“Felices son los que se lamentan, puesto que ellos serán consolados.” (Mat. 5:4.) “Los que se lamentan” son el mismo tipo de personas que “los que tienen conciencia de su necesidad espiritual”. No es que se lamenten por su situación en la vida, sino porque son pecadores y porque les duele ver el sufrimiento que causa la imperfección. Pero ¿por qué dijo Jesús que son felices si están lamentándose? Porque hallan consuelo en su relación con Jehová y porque ejercen fe en él y en su Hijo (Juan 3:36).
¿Nos lamentamos nosotros por las muchas injusticias que se cometen en el mundo de Satanás? ¿Cómo debemos ver este mundo y lo que ofrece? El apóstol Juan responde: “Todo lo que hay en el mundo —el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno— no se origina del Padre” (1 Juan 2:16). Pero ¿qué podemos hacer si percibimos que “el espíritu del mundo” —es decir, la actitud dominante del mundo alejado de Dios— está debilitando nuestra espiritualidad? Oremos con fervor, estudiemos la Biblia y busquemos la ayuda de los ancianos. Cuanto más nos acerquemos a Jehová, más consuelo hallaremos, sea cual sea la causa de nuestras angustias (1 Cor. 2:12; Sal. 119:52; Sant. 5:14, 15).
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