“Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual, puesto que a ellos pertenece el reino de los cielos.” (Mat. 5:3.) Quienes sienten esa necesidad comprenden lo pobres que son en sentido espiritual y lo necesitados que están de la misericordia de Dios.
Los que están conscientes de su necesidad espiritual son felices porque “a ellos pertenece el reino de los cielos”. Al aceptar a Jesús como el Mesías prometido, sus primeros discípulos recibieron la oportunidad de gobernar con él en el Reino celestial de Dios (Luc. 22:28-30). Sea que tengamos la esperanza de ir al cielo o la de vivir para siempre en un paraíso terrestre bajo dicho gobierno, seremos felices si reconocemos nuestra necesidad espiritual y completa dependencia de Dios.
No todo el mundo está consciente de su necesidad espiritual; mucha gente carece de fe y no valora las cosas sagradas (2 Tes. 3:1, 2; Heb. 12:16). Si queremos satisfacer esa necesidad, debemos aplicarnos al estudio de la Biblia, participar con entusiasmo en la obra de hacer discípulos y asistir con regularidad a las reuniones (Mat. 28:19, 20; Heb. 10:23-25).
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