¡OJO CON LAS TRETAS SATÁNICAS!
Satanás, el maestro del engaño, “ha cegado las mentes de los incrédulos” por miles de años (2 Corintios 4:4). Pero también se ha obstinado en contaminar la mente de los cristianos. ¿Por qué? Porque sabe que lo que pensemos determinará lo que haremos; y que si corrompe nuestra mente, logrará inducirnos a cometer malas acciones (Santiago 1:14, 15).
Pensemos en la táctica que usó para descarriar a Eva. El apóstol Pablo explicó: “Tengo miedo de que de algún modo, así como la serpiente sedujo a Eva por su astucia, las mentes de ustedes sean corrompidas y alejadas de [...] Cristo” (2 Corintios 11:3). Valiéndose de una cautelosa serpiente, el Diablo incitó a la primera mujer a emprender un camino desastroso. Para ello, atacó su mente, tratando de manipularla. Y aquella estrategia surtió efecto. Ella le hizo caso, cambió de opinión y comenzó a ver como deseable lo prohibido. Bastó con corromper su mente para llevarla a caer en el pecado (Génesis 3:1-6; Revelación 12:9).
Satanás no ha cambiado. Sigue el mismo lema que siempre: “Corrompe la mente, y los pecados llegarán solos”. Para ello, tiene a su disposición una gran maquinaria propagandística, formada por la política, la religión, el comercio y el entretenimiento (Juan 14:30). Así, logra moldear la mentalidad de la inmensa mayoría de las personas para que adopten las actitudes y opiniones que él promueve. Como resultado, muchos aceptan —o incluso recomiendan— conductas que en su día se consideraban pecado, como, por ejemplo, practicar la homosexualidad, vivir en pareja sin casarse o tener hijos fuera del matrimonio. ¿Hasta qué punto ha tenido éxito? “El mundo entero yace en [su] poder”, señala la Biblia (1 Juan 5:19).
Los cristianos no somos inmunes a los ataques satánicos (1 Corintios 10:12). De hecho, como el Diablo sabe que le queda poco tiempo, tiene “gran cólera” y procura con especial empeño descarriar a los siervos de Dios (Revelación 12:12). No podemos descuidarnos. Si lo hacemos, la sutil propaganda que difunden él y sus muchos “engañadores de la mente” corromperá nuestros pensamientos y nos conducirá al pecado (Tito 1:10).
Tomemos como ejemplo el matrimonio. La Biblia enseña que es una institución sagrada que implica un compromiso para toda la vida (Mateo 19:5, 6, 9). Pero las películas y los programas de televisión lo suelen presentar como un contrato temporal y fácil de romper. Hemos de tener mucho cuidado de que esa idea satánica tan difundida no contamine nuestra mente. No debemos permitir que debilite nuestro sentido de compromiso hacia el cónyuge. Si no, ¿qué podría ocurrir cuando surjan problemas maritales? Que nos veamos tentados a buscar apoyo emocional y comprensión fuera del hogar. Quizás terminemos recurriendo a alguien con quien nos sintamos compenetrados, sea en el trabajo o en la congregación. En esa situación pudieran nacer fácilmente sentimientos románticos que nos coloquen camino al pecado.
Veamos otro ejemplo. El mundo de Satanás exhibe un espíritu muy independiente. Está lleno de hombres y mujeres “testarudos” e “hinchados de orgullo” (2 Timoteo 3:4). Si a los cristianos se nos contagiara esa mentalidad, ¿qué efecto tendría en nuestra actitud ante la obediencia y sumisión? Los varones tal vez se molesten por los consejos de los ancianos (Hebreos 12:5). Y las hermanas quizás lleguen a cuestionar el principio de autoridad establecido por Dios (1 Corintios 11:3).
Todos debemos estar agradecidos de que Jehová nos tenga bien informados de las tácticas de Satanás (2 Corintios 2:11). Si queremos permanecer en el amor de Dios, fijemos “la mente [...] en las cosas de arriba” y no permitamos que la contamine la propaganda diabólica (Colosenses 3:2).
No comments:
Post a Comment