En primer lugar, tenemos que luchar contra la distracción. En Mateo 24:42, 44, Jesús dijo: “Manténganse alerta, pues, porque no saben en qué día viene su Señor. Por este motivo, ustedes también demuestren estar listos, porque a una hora que no piensan que es, viene el Hijo del hombre”. El lenguaje que Jesús usó ahí indica que en este tiempo crítico habría mucha distracción, y la distracción pudiera llevar a la destrucción. La gente de los días de Noé estaba absorta en muchas cosas. Como resultado, las personas distraídas “no hicieron caso” de lo que pasaba, y el Diluvio las barrió a todas. En consecuencia, Jesús advirtió: “Así será la presencia del Hijo del hombre”. (Mateo 24:37-39.)
Tenga presente también que Jesús, al dar su advertencia en Lucas 21:34, 35, estaba considerando los aspectos cotidianos de la vida, como el comer, el beber y las inquietudes por ganarse el sustento. Esas cosas son comunes a todos los hombres, entre ellos los discípulos del Señor Jesús. (Compárese con Marcos 6:31.) Quizás esas cosas de por sí sean inofensivas, pero si lo permitimos, pueden distraernos, absorber nuestra atención, y así causarnos peligrosa soñolencia espiritual.
Por lo tanto, no descuidemos lo más importante: conseguir la aprobación divina. En vez de estar absortos en las cosas cotidianas de la vida, usémoslas solo hasta el grado limitado necesario para sustentarnos. (Filipenses 3:8.) Esas cosas no deben desplazar los intereses del Reino. Como dice Romanos 14:17, “el reino de Dios no significa comer y beber, sino que significa justicia y paz y gozo con espíritu santo”. Recuerde estas palabras de Jesús: “Sigan, pues, buscando primero el reino y la justicia de Dios, y todas estas otras cosas les serán añadidas”. (Mateo 6:33.) Además, en Lucas 9:62 Jesús declaró: “Nadie que ha puesto la mano en el arado y mira a las cosas que deja atrás es muy apto para el reino de Dios”.
Una vez que empezamos a arar, hablando en sentido figurado, tenemos que continuar adelante en línea recta. El labrador que mira atrás no arará un surco recto. Está distraído, y cualquier obstáculo puede desviarlo o detenerlo fácilmente. No seamos como la esposa de Lot, quien miró atrás y por eso no obtuvo salvación. Es preciso que mantengamos la vista fija directamente adelante hacia la meta. Para hacer eso tenemos que luchar contra la distracción. (Génesis 19:17, 26; Lucas 17:32.)
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