La verdadera felicidad estriba en andar en la ley de Dios (Salmo 119:1-8). Si así lo hacemos, Jehová nos considerará “exentos de falta” (Salmo 119:1). Esto no significa que seamos perfectos, pero sí que nos esforzamos al máximo por hacer Su voluntad. Así lo demuestra el ejemplo de Noé, quien resultó “exento de falta entre sus contemporáneos” porque anduvo “con el Dios verdadero”. Aquel fiel patriarca y su familia sobrevivieron al Diluvio por ser obedientes a Jehová (Génesis 6:9; 1 Pedro 3:20). De igual modo, para que los cristianos sobrevivan al fin de este mundo, es preciso que “guarden cuidadosamente” las órdenes de Dios, es decir, que hagan Su voluntad (Salmo 119:4).
Jehová nunca nos abandonará si lo elogiamos con “rectitud de corazón” y continuamos guardando sus “disposiciones reglamentarias” (Salmo 119:7, 8). El caudillo israelita Josué contó siempre con el apoyo divino, pues obedeció la siguiente exhortación: “Día y noche tienes que leer en [el libro de la ley] en voz baja, a fin de que cuides de hacer conforme a todo lo que está escrito en él”. Esa buena costumbre le permitió actuar sabiamente y tener éxito (Josué 1:8). Al final de sus días, Josué seguía alabando a Dios, por lo que pudo decir a los israelitas: “Ustedes bien saben con todo su corazón y con toda su alma que ni una sola palabra de todas las buenas palabras que Jehová su Dios les ha hablado ha fallado” (Josué 23:14). Al igual que Josué y el autor del Salmo 119, seremos felices y tendremos éxito en la vida si alabamos a Jehová y confiamos en su palabra.
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