Aunque habían pasado unos treinta años desde que Jesús mantuvo esas conversaciones privadas con sus discípulos más allegados, el apóstol Pedro no se cansó de esperar la venida del fin. A pesar de que sus expectativas iniciales y las de sus compañeros discípulos eran erróneas, siguió confiando en que el amor y el poder de Jehová garantizaban la realización de su esperanza. (Lucas 19:11; 24:21; Hechos 1:6; 2 Pedro 3:9, 10.) Pedro expresa una idea que se repite en las Escrituras Griegas: “El fin de todas las cosas se ha acercado”. A continuación insta a sus compañeros cristianos: “Sean de juicio sano, por lo tanto, y sean vigilantes en cuanto a oraciones”. (1 Pedro 4:7.)
Ser de “juicio sano” no significa ser inteligente desde el punto de vista mundano. Jehová dice: “Haré perecer la sabiduría de los sabios, y echaré a un lado la inteligencia de los intelectuales”. (1 Corintios 1:19.) La palabra que Pedro utiliza puede significar ‘ser sobrios’. Esta sobriedad espiritual está vinculada a nuestra adoración. Por lo tanto, como personas sensatas, vemos las cosas en su debida relación con la voluntad de Jehová; comprendemos cuáles son importantes y cuáles no. (Mateo 6:33, 34.) En vista de que el fin está muy cerca, no nos damos a un estilo de vida desenfrenado; tampoco vemos con indiferencia el tiempo en que vivimos. (Compárese con Mateo 24:37-39.) Más bien, somos moderados y equilibrados en nuestra forma de pensar y nuestra disposición, así como en nuestra conducta, primero con relación a Dios (“vigilantes en cuanto a oraciones”) y luego con relación a nuestro semejante (“tengan amor intenso unos para con otros”). (1 Pedro 4:7, 8.)
El que seamos de juicio sano significa que hemos sido “hechos nuevos en la fuerza que impulsa [nuestra] mente”. (Efesios 4:23.) ¿Por qué se nos tiene que hacer nuevos? Como hemos heredado la imperfección y vivimos en un ambiente pecaminoso, nuestra mente está dominada por una tendencia que se opone a la espiritualidad. Esta fuerza impulsa constantemente nuestros pensamientos e inclinaciones en una dirección materialista, egoísta. Por eso, cuando la persona se hace cristiana, necesita una nueva fuerza o actitud mental dominante que impulse su pensamiento en la dirección correcta, la dirección espiritual, y la motive a ser abnegada. Así, cuando tenga que tomar una decisión, ya sea respecto a educación, una carrera, un empleo, entretenimiento, recreación, estilo de ropa o cualquier otra cosa, su primera inclinación será pensar en el asunto desde un punto de vista espiritual, no carnal ni egoísta. Esta nueva actitud mental hace que sea más fácil tomar decisiones con juicio sano y con el conocimiento de que el fin está cerca.
Ser de juicio sano supone que estamos saludables en sentido espiritual. ¿Cómo podemos permanecer “saludables en fe”? (Tito 2:2.) Tenemos que nutrir la mente con el alimento apropiado. (Jeremías 3:15.) La alimentación regular de la Palabra de verdad de Dios y la guía de su espíritu santo nos ayudarán a mantener el equilibrio espiritual. Por ello, la regularidad en el estudio personal, el servicio del campo, la oración y las reuniones con nuestros compañeros cristianos son cosas esenciales.
No comments:
Post a Comment