A fin de mantener la unidad cristiana, es esencial perdonar al ofensor que se disculpa. ¿Y cuántas veces hemos de perdonar? Jesús dijo a Pedro: “No te digo: Hasta siete veces, sino: Hasta setenta y siete veces”. (Mateo 18:22.) Negar el perdón va en detrimento de nuestros propios intereses. ¿Por qué? Porque la animadversión o el rencor nos privan de paz interior. Y si adquirimos fama de crueles e implacables, nos tornaremos odiosos a los demás. (Proverbios 11:17.) El rencor desagrada a Dios, y podría inducirnos a cometer un pecado grave. (Levítico 19:18.) Recordemos que Juan el Bautizante fue decapitado por maquinación de la inicua Herodías, quien “le abrigaba rencor”. (Marcos 6:19-28.)
La oración modelo de Jesús incluye estas palabras: “Perdónanos nuestros pecados, porque nosotros mismos también perdonamos a todo el que nos debe”. (Lucas 11:4.) Si no perdonamos, corremos el riesgo de que un día Jehová Dios ya no nos perdone nuestros pecados, pues Jesús dijo: “Si perdonan a los hombres sus ofensas, su Padre celestial también los perdonará a ustedes; mientras que si no perdonan a los hombres sus ofensas, tampoco perdonará su Padre las ofensas de ustedes”. (Mateo 6:14, 15.) De modo que si en verdad queremos contribuir a que se mantenga la unidad de la familia de adoradores de Jehová, debemos perdonar, lo que en ocasiones significa olvidar una ofensa cometida por imprudencia y sin malicia. Pablo aconsejó: “Continúen soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente unos a otros si alguno tiene causa de queja contra otro. Como Jehová los perdonó liberalmente a ustedes, así también háganlo ustedes”. (Colosenses 3:13.)
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