Tenemos que obedecer a Dios como gobernante”
La firme postura de los apóstoles establece la pauta para todos los cristianos
Basado en Hechos 5:12–6:7
LOS jueces del Sanedrín se mueren de rabia al ver a los apóstoles ante ellos. Con tono agrio, el presidente de este alto tribunal, el sumo sacerdote José Caifás, indica a los acusados cuáles son los cargos: “Les ordenamos positivamente que no siguieran enseñando sobre la base de este nombre —les recuerda furioso, negándose a pronunciar siquiera el nombre de Jesús—, y sin embargo, ¡miren!, han llenado a Jerusalén con su enseñanza, y están resueltos a traer la sangre de este hombre sobre nosotros” (Hech. 5:28). A buen entendedor, pocas palabras bastan: “¡Como no dejen de predicar, ya saben lo que les espera”.
¿Cómo reaccionarán los apóstoles? El que los ha enviado a predicar es Jesús, y eso con la autoridad que le confirió el propio Jehová (Mat. 28:18-20). Entonces, ¿cederán al temor y se quedarán callados? ¿O tendrán el valor de plantarse en su postura y seguir adelante? En último término, todo se reduce a una cuestión de obediencia: ¿harán la voluntad de Dios, o la del hombre? Sin vacilar, Pedro expresa con total claridad e intrepidez la posición que han adoptado él y sus compañeros.
A nosotros nos interesa enormemente cómo reaccionaron ellos ante las amenazas, pues tenemos que cumplir la misma comisión divina y nos enfrentamos también a oposición (Mat. 10:22). Los adversarios tal vez intenten limitar nuestras actividades o incluso prohibirlas. ¿Qué haremos en ese caso? Algo que nos preparará para permanecer firmes es repasar qué llevó a que los apóstoles terminaran compareciendo ante el Sanedrín y cuál fue la postura que ellos asumieron.
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