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Thursday, January 13, 2011

Por qué Jesús dio la parábola de las “diez vírgenes”


EL MEJOR maestro es aquel que, cuando imparte cierto hecho o principio de la vida, puede ilustrarlo clara y sencillamente. Jesucristo puso el modelo magistral como maestro. De consiguiente, lo hallamos enseñando principalmente por parábolas, las cuales son ilustraciones proféticas que usan rasgos verdaderos de la vida o aplican principios. (Mat. 13:34, 35) Hay profundo significado en ellas.

De hecho, las ilustraciones, como las que Jesús usó, por lo general son muy útiles para remachar el clavo, porque (1) captan el interés y la atención, (2) despiertan la habilidad para pensar, (3) incitan emociones y llegan al corazón, (4) ayudan a la memoria, y (5) preservan la verdad, porque se basan en la vida y las cosas naturales, mientras que meras palabras pueden cambiar en significado.

En consecuencia, aunque hace más de 1.900 años que Jesús enseñó en la Tierra, sus enseñanzas no son arcaicas, y podemos entenderlas y obtener tanto de ellas como si se dijesen en nuestro tiempo. En realidad, muchas de ellas tienen aplicación primaria en nuestro día.

EL PROPÓSITO DE LA PARÁBOLA

Una de las ilustraciones más vívidas de Jesús fue la que trata de las “diez vírgenes.” También es sumamente significativa para nosotros, particularmente en este tiempo. ¿Cuál fue su propósito? Fue dada para ayudar a los cristianos, especialmente a los cristianos que viven hoy día, a discernir la presencia de Cristo en poder del Reino.

Los apóstoles de Jesús le habían preguntado: “¿Qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas?” (Mat. 24:3) En respuesta, alistó muchos acontecimientos, incluso varias ilustraciones, que ocupan los capítulos 24 y 25 de Mateo. Todas las cosas que señaló son rasgos que constituyen la gran señal de su presencia, invisible, en poder del Reino.

La parábola de Jesús de las “diez vírgenes,” registrada en Mateo 25:1-12, no se dio únicamente para que sus discípulos que vivieran en la Tierra al tiempo de su segunda venida discernieran su presencia. Adicionalmente, Jesús ideó la parábola para mostrarles la necesidad de ser vigilantes, de estar despiertos, a fin de no llevarse chasco, como les sucedió a los fariseos en la primera venida de Jesús. También, la parábola señala responsabilidades y deberes que los discípulos de Cristo tendrían durante su presencia como Rey. (Sal. 110:3) Jesús quería que todos aquellos a quienes Dios había dado el “llamamiento celestial” permanecieran fieles y alcanzaran esa maravillosa meta de coheredar con él en el Reino.—Heb. 3:1; Rom. 8:17; Rev. 20:4, 6.

BODAS EN TIEMPOS BÍBLICOS

Puesto que la parábola de las “diez vírgenes” incluye un banquete de bodas, será provechoso considerar primero una breve descripción de las costumbres que se observaban en las bodas del tiempo en que Jesús habló la parábola.

Aunque la boda misma evidentemente no tenía ninguna ceremonia formal, no obstante, había una celebración muy gozosa de las bodas en Israel. En el día de la boda la novia, por lo general, hacía preparativos minuciosos en su propia casa. Se preparaba para el matrimonio adornándose con sus prendas de vestir, adornos y joyas más finos. En aquellos tiempos antiguos el traje de novia incluía una forma de velo que cubría la cabeza y, en algunos casos, llegaba hasta los pies. (Jer. 2:32; Isa. 3:19, 23; 49:18) El cubrirse la cabeza así simbolizaba la sujeción de la novia a su novio.—Gén. 24:65; 1 Cor. 11:5-10.

El novio, igualmente vestido con su mejor indumentaria, salía de su casa por la noche para el hogar de los padres de la novia, acompañado de sus amigos. De allí la procesión se mudaba hacia la casa del novio o la casa de su padre, acompañada de músicos o cantantes y por lo general por personas que llevaban lámparas.

La gente a lo largo de la ruta se interesaba mucho en la procesión. Algunos se unían a la procesión, particularmente doncellas que llevaban lámparas, alumbrando el camino y añadiendo colorido a la celebración. (Jer. 7:34; 16:9; Isa. 62:5) Puesto que no había prisa, el novio quizás pasaba considerable tiempo en su casa y, por otra parte, podría haber alguna demora antes que la procesión partiera del hogar de la novia, de modo que sería muy tarde, y algunas personas que esperaban a lo largo del camino podrían ponerse soñolientas y dormirse. Se podía oír el canto y el alborozo desde lejos, y los que estaban despiertos clamaban al oírlos: ‘¡Aquí está el novio!’ Los sirvientes estaban listos para recibir al novio, y los invitados a la cena de bodas entraban en la casa junto con él. Después que el novio y su cortejo habían entrado en la casa y habían cerrado la puerta, era demasiado tarde para que entraran los invitados que llegaron tarde.—Gén. 29:22; Mat. 22:1-3, 8.

Al considerar la parábola, vemos cómo la ilustración cuadraba con el modo de vivir de aquel tiempo. Dice, según se registra en Mateo 25:1-12:

“Entonces el reino de los cielos llegará a ser semejante a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco eran discretas. Porque las necias tomaron sus lámparas pero no tomaron consigo aceite, mientras que las discretas tomaron aceite en sus receptáculos con sus lámparas. Como el novio se tardaba, todas cabecearon y se durmieron. Justamente a mitad de la noche se levantó un clamor: ‘¡Aquí está el novio! Salgan a su encuentro.’ Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y pusieron en orden sus lámparas. Las necias dijeron a las discretas: ‘Dennos de su aceite, porque nuestras lámparas están a punto de apagarse.’ Las discretas contestaron con las palabras: ‘Tal vez no haya suficiente para nosotras y ustedes. Vayan, más bien, a los que lo venden y compren para ustedes.’ Mientras ellas iban a comprar, llegó el novio, y las vírgenes que estaban listas entraron con él al banquete de bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las demás vírgenes, diciendo: ‘¡Señor, señor, ábrenos!’ En respuesta él dijo: ‘Les digo la verdad, no las conozco.’”

POR QUÉ SE USA EL SIMBOLISMO “VÍRGENES”

Al relatar esta parábola, Jesús no mencionó a la novia. ¿Por qué? Porque quería poner de relieve ciertos aspectos de las responsabilidades de sus “hermanos” ungidos, engendrados espiritualmente, mientras todavía estaban en la Tierra y antes que realmente se unieran a él por resurrección en los cielos. No quería confundir el entendimiento de la aplicación de la parábola. Por lo tanto limitó esta ilustración para representarlos, no como “novia,” sino como “diez vírgenes.”

Mientras están en la Tierra a esos ungidos se les considera como ‘prometidos en matrimonio’ a Cristo, como vírgenes castas. (2 Cor. 11:2, 3) Los pocos que quedan de esta clase de personas en la Tierra ahora están “invitados a la cena de las bodas del Cordero.” (Rev. 19:9) El matrimonio verdadero se efectúa en el cielo.

Todavía no han alcanzado la herencia celestial. La clase de la “novia” es seleccionada de entre las “diez vírgenes.” Como muestra la parábola, no todas resultan ser discretas. Algunas son necias. El término “novia” se aplica a los coherederos de Cristo como una congregación y como un cuerpo celestial de personas que con el tiempo ascienden a 144.000. Como individuos, sean varones o hembras, se les llama “hijos de Dios” así como también “hermanos” de Cristo y “vírgenes.”—1 Juan 3:2; Mat. 25:40; Rev. 14:1, 4; Gál. 3:28.

¿De qué manera son “vírgenes”? La Biblia explica. En cuanto a los 144.000, que se ven de pie con el Cordero de Dios en el monte Sión espiritual, ésta dice: “Estos son los que no se contaminaron con mujeres [como la religiosa ramera Babilonia la Grande, y sus hijas]; de hecho, son vírgenes. Estos son los que van siguiendo al Cordero no importa adónde vaya.” (Rev. 14:4; 17:3-5) Después que llegan a ser engendrados por espíritu y tienen la esperanza de reinar con Cristo en los cielos, no cometen “adulterio” espiritual con este mundo. Por consiguiente, estos cristianos no se contaminan con el sistema religioso y político de este mundo.

No se entremeten ni intervienen de ninguna manera en la política ni en las operaciones de los gobiernos humanos.—2 Tim. 2:3, 4.

El apóstol Pablo bosquejó claramente la posición de estos cristianos “vírgenes” cuando escribió: “En cuanto a nosotros, nuestra ciudadanía existe en los cielos, lugar de donde también esperamos con ansia a un salvador, el Señor Jesucristo, que amoldará de nuevo nuestro cuerpo humillado para que sea conforme a su cuerpo glorioso según la operación del poder que él tiene, aun para sujetar todas las cosas a sí mismo.” (Fili. 3:20, 21) Estos cristianos son amigos de la gente, visitando sus hogares con las buenas nuevas del Reino. Pero no son amigos del mundo, es decir, del sistema de cosas de este mundo. La Biblia censura severamente a los cristianos profesos que quieren ser los amigos del mundo, pues les dice: “Adúlteras, ¿no saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Cualquiera, por lo tanto, que quiere ser amigo del mundo está constituyéndose enemigo de Dios.”—Sant. 4:4; 1:27.

De modo que los que reciben el “llamamiento celestial” de Dios tienen que ‘hacer seguros para ellos mismos su llamamiento y selección.’ (2 Ped. 1:10, 11) Desean recibir el sello de Dios de aprobación final antes que Dios ordene a los “cuatro vientos” que destruyan a este sistema de cosas. (Rev. 7:1-8) Esto exige devoción fiel de parte de ellos, que lleguen a estar “hechos conforme a la imagen de su Hijo [de Dios].” (Rom. 8:29)

Así, son como la muchacha virgen comprometida en Israel, deseosa de mantenerse limpia e incontaminada. Ahora mientras están en la Tierra se someten a la jefatura de Aquel con quien están prometidos en matrimonio, con la mira de ser glorificados como “novia” de él en el cielo. (Col. 1:18) En el Israel de la antigüedad, si una virgen comprometida cometía fornicación con otro hombre, se le consideraba adúltera y la ejecutaban. (Deu. 22:23, 24) Así mismo, los infieles perderían el derecho a la esperanza de vida celestial que se les extiende a estas “vírgenes” comprometidas.—Rev. 21:7, 8.

UN TIEMPO PARA ESTAR MÁS DESPIERTO QUE LO ACOSTUMBRADO

Por lo tanto, en este tiempo estrenuo, hay necesidad de estar más despiertos que lo acostumbrado, más alerta. El apóstol Pablo dice a éstos: “Ahora bien, en cuanto a los tiempos y a las sazones, hermanos, no tienen necesidad de que se les escriba nada. Porque ustedes mismos saben bastante bien que el día de Jehová viene exactamente como ladrón en la noche. Cuando sea que ellos estén diciendo ‘¡Paz y seguridad!,’ entonces destrucción repentina ha de sobrevenirles instantáneamente, como el dolor de angustia a la mujer encinta; y no escaparán de ninguna manera. Pero ustedes, hermanos, ustedes no están en oscuridad, para que aquel día los alcance como alcanzaría a ladrones, porque todos ustedes son hijos de luz e hijos del día.

Nosotros no pertenecemos ni a la noche ni a la oscuridad. Pues bien, entonces, no sigamos durmiendo como los demás, sino quedémonos despiertos.”—1 Tes. 5:1-6.

Sería desastroso por lo tanto, particularmente en este tiempo, el que algunos de éstos llegaran a estar espiritualmente soñolientos, a ser indiferentes o negligentes. Si abrazaran prácticas mundanas, o aflojaran el paso en la predicación del Reino, podrían hallarse en la situación de un “esclavo malo.” Jesús dijo que, si tal esclavo empezara a decir en su corazón: “‘Mi amo se tarda,’ y comenzare a golpear a sus coesclavos y comiere y bebiere con los borrachos inveterados, vendrá el amo de aquel esclavo en un día que no espera . . . y lo castigará con la mayor severidad y le asignará su parte con los hipócritas.” (Mat. 24:48-51) Ahora no es tiempo para estar afiliados con “borrachos” espirituales. Si cualquiera de estas “vírgenes” comprometidas con Cristo es un individuo que vive o habla ahora del modo que lo hacen los que apoyan los sistemas religiosos falsos de “Babilonia la Grande,” el imperio mundial de religión falsa, muestra que está borracho junto con este sistema semejante a ramera y ‘recibirá parte de sus plagas.’—Rev. 17:1, 2, 6; 18:4.



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