Jehová no desprecia un corazón quebrantado
“Los sacrificios para Dios son un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y aplastado, oh Dios, no lo despreciarás.” (SALMO 51:17.) JEHOVÁ puede ‘obstruir el acceso a él mismo con una masa de nubes, para que no pase la oración’. (Lamentaciones 3:44.) Pero quiere que su pueblo tenga acceso a él. Aunque uno de sus adoradores cometa un error grave, nuestro Padre celestial recordará sus buenas obras si se arrepiente. Por eso el apóstol Pablo pudo decir a sus compañeros cristianos: “Dios no es injusto para olvidar la obra de ustedes y el amor que mostraron para con su nombre”. (Hebreos 6:10.) 2 Los ancianos cristianos también deben tomar en cuenta los años de fiel servicio que sus compañeros de creencia han rendido a Dios. Esto incluye el servicio sagrado de los arrepentidos que han dado un paso en falso o que han pecado gravemente. Los pastores cristianos procuran el bienestar espiritual de todo el rebaño de Dios. (Gálatas 6:1, 2.) 3 El malhechor arrepentido necesita la misericordia de Jehová; no obstante, se requiere más. Lo que David dijo en Salmo 51:10-19 aclara este hecho. Se requiere un corazón puro 4 Si un cristiano dedicado está en una mala condición espiritual por haber pecado, ¿qué pudiera necesitar además de la misericordia y el perdón de Jehová? Pues bien, David suplicó: “Crea en mí hasta un corazón puro, oh Dios, y pon en mí un espíritu nuevo, uno que sea constante”. (Salmo 51:10.) Al parecer David hizo esa súplica porque sabía que la propensión a cometer un pecado grave aún permanecía en su corazón. Puede que no hayamos cometido pecados como aquellos por los que él se dejó entrampar con relación a Bat-seba y Urías, pero necesitamos la ayuda de Jehová para no ceder a la tentación de participar en conducta que resulte en pecado grave. Además, tal vez necesitemos personalmente la ayuda divina para sacar de nuestro corazón características pecaminosas, como la codicia y el odio, que son delitos relacionados con el robo y el asesinato. (Colosenses 3:5, 6; 1 Juan 3:15.) 5 Jehová requiere que sus siervos tengan “un corazón puro”, es decir, intenciones o motivos puros. Como sabía que no había mostrado esa pureza, David pidió a Dios que limpiara su corazón y lo pusiera en conformidad con las normas divinas. El salmista también quería un espíritu —o una inclinación mental— nuevo, recto. Necesitaba un espíritu que le ayudara a resistir la tentación y a adherirse firmemente a las leyes y los principios de Jehová. El espíritu santo es esencial 6 Cuando estamos desesperados por causa de nuestros errores o males cometidos, pudiera parecernos que Dios está a punto de echarnos a un lado y apartar de nosotros su espíritu santo, o fuerza activa. David se sintió así, pues rogó a Jehová: “No me arrojes de delante de tu rostro; y tu espíritu santo, oh, no me lo quites”. (Salmo 51:11.) David, arrepentido y humillado, sentía que sus pecados lo habían hecho indigno de servir a Jehová. Ser arrojado de delante del rostro de Dios significaría perder su favor, consuelo y bendición. David necesitaba el espíritu santo de Jehová para rehabilitarse espiritualmente. Al recibirlo, el rey podría orar y pedir la dirección divina a fin de agradar a Jehová, evitar el pecado y gobernar con sabiduría. Consciente de que había pecado contra el Dador de espíritu santo, fue propio que David suplicara a Jehová que no se lo quitara. 7 ¿Qué se puede decir de nosotros? Debemos pedir en oración que se nos dé espíritu santo, y tenemos que seguir su dirección para no contristarlo. (Lucas 11:13; Efesios 4:30.) De otro modo, perderíamos el espíritu y no podríamos manifestar su fruto divino de amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad y autodominio. Jehová Dios nos quitaría su espíritu santo sobre todo si continuáramos pecando contra él sin arrepentirnos. Alborozo de la salvación 8 El pecador arrepentido que es rehabilitado espiritualmente puede volver a regocijarse en la provisión de Jehová para la salvación. Con este anhelo David pidió a Dios: “Restáurame, sí, el alborozo de la salvación por ti, y quieras sostenerme aun con un espíritu bien dispuesto”. (Salmo 51:12.) ¡Qué maravilloso era alborozarse en la esperanza segura de la salvación que vendría de Jehová Dios! (Salmo 3:8.) Cuando David pecó contra Dios, pidió que se le restaurara el gozo de Su salvación. Posteriormente Jehová hizo provisiones para la salvación mediante el sacrificio de rescate de su Hijo, Jesucristo. Si nosotros, como siervos dedicados de Dios, pecamos gravemente pero deseamos que se nos restaure el gozo de la salvación, tenemos que arrepentirnos para no llegar a pecar contra el espíritu santo. (Mateo 12:31, 32; Hebreos 6:4-6.) 9 David pidió que Jehová lo sostuviera “aun con un espíritu bien dispuesto”. Parece ser que esta expresión se refiere a la inclinación mental dominante de David, no a la voluntad o disposición de Dios de prestar ayuda ni a su espíritu santo. David deseaba que Dios lo sostuviera impartiéndole un espíritu bien dispuesto a hacer lo correcto a fin de no caer de nuevo en el pecado. Jehová Dios sostiene constantemente a sus siervos y levanta a los que están encorvados debido a diversas pruebas. (Salmo 145:14.) ¡Qué animador es conocer estos hechos, especialmente si hemos errado pero estamos arrepentidos y deseamos servir a Jehová fielmente por toda la eternidad! ¿Qué enseñaría a los transgresores? 10 Si Dios lo permitía, David quería hacer altruistamente algo para demostrar su agradecimiento por la misericordia de Jehová y para ayudar a otras personas. En oración fervorosa a Jehová, el rey arrepentido pasó a decir: “Enseñaré a los transgresores tus caminos, para que los pecadores mismos se vuelvan directamente a ti”. (Salmo 51:13.) ¿Cómo podría enseñar David la Ley de Dios a los transgresores? ¿Qué les diría? ¿Y qué bien lograría? 11 Cuando enseñara a los israelitas transgresores acerca de los caminos de Jehová con la esperanza de que se volvieran de su derrotero inicuo, David podría mostrar lo malo que es el pecado, lo que significa el arrepentimiento y cómo recibir la misericordia de Dios. Habiendo sentido el dolor de la desaprobación de Jehová y de una conciencia culpable, David sin duda sería un instructor compasivo de los pecadores arrepentidos que tenían el corazón quebrantado. Por supuesto, podría enseñar a los demás mediante su propio ejemplo solo después de aceptar personalmente las normas de Jehová y recibir Su perdón, dado que los que rehúsan someterse a los requisitos divinos no tienen derecho a ‘enumerar las disposiciones reglamentarias de Dios’. (Salmo 50:16, 17.) 12 David volvió a expresar sus intenciones de otra manera al decir: “Líbrame de la culpa de sangre, oh Dios, el Dios de mi salvación, para que mi lengua informe gozosamente acerca de tu justicia”. (Salmo 51:14.) La culpa de sangre resultaba en la condenación a muerte. (Génesis 9:5, 6.) De modo que el saber que el Dios de su salvación lo había librado de culpa de sangre con respecto a Urías daría a David paz mental y de corazón. Su lengua podría entonces cantar gozosamente sobre la justicia de Dios, no sobre la suya propia. (Eclesiastés 7:20; Romanos 3:10.) David no podía borrar su inmoralidad ni hacer volver a Urías del sepulcro, tal como un ser humano hoy día no puede devolver la castidad a una persona a quien ha seducido ni resucitar a alguien a quien ha matado. ¿No deberíamos pensar en estos asuntos cuando afrontamos una tentación? ¡Y cuánto debemos agradecer la justa misericordia que Jehová nos ha mostrado! De hecho, nuestro agradecimiento debería impulsarnos a dirigir a otras personas a esta Fuente de justicia y perdón. 13 Ningún pecador tiene derecho a abrir los labios para alabar a Jehová a menos que Dios mismo misericordiosamente los abra, por decirlo así, para que declaren Sus verdades. Por ello David cantó: “Oh Jehová, quieras abrir estos labios míos, para que mi propia boca anuncie tu alabanza”. (Salmo 51:15.) David se sentiría impulsado a enseñar a los transgresores acerca de los caminos de Jehová y podría ensalzarlo libremente, porque Dios lo habría perdonado y su conciencia estaría tranquila. Todos los que han recibido perdón de sus pecados, como fue el caso de David, deben apreciar la bondad inmerecida que Jehová les ha mostrado y aprovechar toda oportunidad para declarar la verdad de Dios y ‘anunciar su alabanza’. (Salmo 43:3.) Sacrificios que Dios acepta 14 David había adquirido un conocimiento profundo, por lo que pudo decir a Jehová: “Porque no te deleitas en sacrificio... de otro modo lo daría; en holocausto no te complaces”. (Salmo 51:16.) El pacto de la Ley requería que se ofrecieran sacrificios de animales a Dios. Pero los pecados de David —adulterio y asesinato— se castigaban con la muerte, y no podían expiarse con esos sacrificios. De lo contrario, David no habría escatimado dinero para ofrecer sacrificios de animales a Jehová. Los sacrificios no son de ningún valor si la persona no está arrepentida sinceramente. Por lo tanto, sería impropio pensar que nuestras obras buenas podrían compensar por algún mal que estuviéramos cometiendo. 15 David añadió: “Los sacrificios para Dios son un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y aplastado, oh Dios, no lo despreciarás”. (Salmo 51:17.) En el caso de un pecador arrepentido, los “sacrificios [que] Dios [acepta] son un espíritu quebrantado”. Dicha persona no manifiesta una actitud belicosa. El corazón de la persona dedicada que tiene un espíritu quebrantado está profundamente afligido debido a su pecado, está humillado porque siente la desaprobación de Dios y está dispuesto a hacer cualquier cosa por recibir de nuevo el favor divino. No podemos ofrecer nada de valor a Dios hasta que nos arrepintamos de nuestros pecados y le demos el corazón con devoción exclusiva. (Nahúm 1:2.) 16 Dios no rechaza como sacrificio un corazón quebrantado y aplastado. Por eso, a pesar de cualquier dificultad que afrontemos como pueblo suyo, no cedamos a la desesperación. Si de alguna manera hemos tropezado en el camino que conduce a la vida y nuestro corazón clama por la misericordia divina, todavía hay esperanza. Aunque hayamos cometido un pecado grave, Jehová no despreciará nuestro corazón quebrantado si estamos arrepentidos. Nos perdonará sobre la base del sacrificio de rescate de Cristo, y nos volverá a conceder Su favor. (Isaías 57:15; Hebreos 4:16; 1 Juan 2:1.) No obstante, al igual que David, debemos orar que se nos restituya el favor divino, pero no pediremos que se nos libre de alguna censura o corrección que necesitemos. Dios perdonó a David, pero también lo disciplinó. (2 Samuel 12:11-14.) Interés en la adoración pura 17 Si hemos cometido un pecado grave, sin duda estaremos preocupados profundamente, y un corazón arrepentido nos impulsará a suplicar a Dios su perdón. De todas formas, oremos también por otras personas. Aunque David anhelaba volver a adorar a Dios de una manera aceptable, su salmo no pasó por alto egoístamente a otras personas. En él se incluye esta súplica a Jehová: “En tu buena voluntad trata bien, sí, a Sión; quieras edificar los muros de Jerusalén”. (Salmo 51:18.) 18 Cierto es que David anhelaba recibir de nuevo el favor divino. Sin embargo, el humilde salmista también oró que ‘en su buena voluntad, Dios tratara bien a Sión’, la capital de Israel, Jerusalén, donde David había querido construir el templo de Dios. Los pecados graves de David habían amenazado a la entera nación, pues todo el pueblo pudo haber sufrido por culpa de las malas acciones del rey. (Compárese con el capítulo 24 de Segundo de Samuel.) De hecho, sus pecados socavaron “los muros de Jerusalén”, de modo que tuvieron que ser reedificados. 19 Si hemos pecado gravemente y Dios nos ha perdonado, sería propio pedirle en oración que de alguna forma repare cualquier daño que nuestra conducta hubiera causado. Puede que hayamos causado oprobio a su santo nombre, hayamos socavado a la congregación y hayamos ocasionado dolor a nuestra familia. Nuestro amoroso Padre celestial puede limpiar su nombre de todo oprobio, edificar a la congregación con su espíritu santo y consolar el corazón de nuestros seres queridos que lo aman y le sirven. Claro está, sea que hayamos cometido un pecado o no, siempre debemos interesarnos en la santificación del nombre de Jehová y el bienestar de su pueblo. (Mateo 6:9.) 20 Si Jehová reedificaba los muros de Sión, ¿qué más sucedería? David cantó a Jehová: “En tal caso te deleitarás con los sacrificios de justicia, con el sacrificio quemado y la ofrenda entera; en tal caso se ofrecerán toros en tu mismísimo altar”. (Salmo 51:19.) David deseaba intensamente que tanto él como la nación de Israel contaran con el favor de Jehová a fin de adorarlo de manera aceptable. De ese modo Dios se deleitaría con sus sacrificios quemados y sus ofrendas enteras. Tal sería el caso porque se trataría de sacrificios de justicia ofrecidos por personas dedicadas, sinceras y arrepentidas que disfrutaban del favor divino. Agradecidos por la misericordia de Jehová, ofrecerían toros en Su altar, los sacrificios mejores y más costosos. En la actualidad honramos a Jehová ofreciéndole lo mejor que tenemos. Y nuestras ofrendas incluyen “los toros jóvenes de nuestros labios”, sacrificios de alabanza a nuestro Dios misericordioso, Jehová. (Oseas 14:2; Hebreos 13:15.) Jehová oye nuestros clamores 21 La oración sincera de David del Salmo 51 nos muestra que cuando pecamos debemos demostrar un espíritu verdaderamente arrepentido. Este salmo también contiene lecciones claras que nos benefician. Por ejemplo, si pecamos pero nos arrepentimos, podemos confiar en la misericordia de Dios. No obstante, debe preocuparnos principalmente cualquier oprobio que hayamos causado al nombre de Jehová (versículos 1-4). Al igual que David, podemos suplicar a nuestro Padre celestial que nos muestre misericordia teniendo en cuenta nuestro pecado heredado (versículo 5). Debemos ser veraces y tenemos que buscar la sabiduría de Dios (versículo 6). Si hemos pecado, debemos suplicar a Jehová que nos limpie y que nos dé un corazón puro y un espíritu constante (versículos 7-10). 22 El Salmo 51 también nos enseña que nunca debemos permitir que nos endurezcamos en el pecado. Si eso ocurriera, Jehová nos quitaría su espíritu santo, o fuerza activa. Por otro lado, si tenemos el espíritu de Dios, lograremos enseñar a otras personas acerca de Sus caminos (versículos 11-13). Si pecamos pero nos arrepentimos, Jehová permitirá que sigamos alabándolo, porque él nunca desprecia un corazón quebrantado y aplastado (versículos 14-17). Este salmo también muestra que nuestras oraciones no deben centrarse solo en nosotros mismos. Más bien, debemos pedir que Jehová bendiga y cuide espiritualmente a todos los que le rinden adoración pura (versículos 18, 19). 23 Este conmovedor salmo de David debe impulsarnos a ser valerosos y optimistas. Nos ayuda a comprender que todavía hay esperanza aun si caemos en el pecado. ¿Por qué? Porque si nos arrepentimos, la misericordia de Jehová nos puede librar de la desesperación. Si estamos arrepentidos y completamente dedicados a nuestro amoroso Padre celestial, él oye nuestro clamor por misericordia. Y ¡qué consolador es saber que Jehová no desprecia un corazón quebrantado! |
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