2 En primer lugar, determine por qué son apáticas las personas de su territorio. ¿Se debe a que les han desilusionado los líderes políticos y religiosos? ¿Piensan que no hay solución a los problemas que se les presentan? ¿Son escépticas con respecto a las promesas de algo mejor? ¿Están poco dispuestas a dar atención a cuestiones espirituales a menos que vean beneficios tangibles inmediatos?
3 Destaque la esperanza del Reino: No hay problema que el Reino no resuelva. De modo que debemos hablar de las promesas del Reino cuando podamos, y citar declaraciones bíblicas claves, aunque no resulte posible ni práctico mostrar un texto de la Biblia. (Heb. 4:12.) Ahora bien, ¿cómo podemos llevar la conversación hasta ese punto?
4 Las personas tienen que comprender el propósito de nuestra visita. Deben entender que estamos allí movidos por el amor al prójimo y el interés en la comunidad. Podríamos plantear una pregunta bien pensada, como: “¿Cuál cree que es la solución de [un problema que afecte a la comunidad]?”. Si no funciona esa introducción, pruebe otra distinta.
5 En cierto territorio muy próspero en el que a los amos de casa les era indiferente el mensaje del Reino, los publicadores procuraron encontrar una introducción que despertara el interés. Cierto matrimonio que presentaba el libro Conocimiento probó esta introducción: “¿Le parece que es importante una buena educación para triunfar en el mundo hoy día? ¿Está usted de acuerdo con que una educación completa debería incluir el conocimiento de la Biblia?”. En una tarde distribuyeron tres libros Conocimiento, uno de ellos a una mujer que más tarde dijo que lo había leído entero y que aceptó un estudio bíblico.
6 Cuando encuentre apatía, pruebe diferentes introducciones, plantee preguntas que hagan pensar y válgase del poder de la Palabra de Dios. De ese modo tal vez pueda ayudar a otras personas a abrazar la maravillosa esperanza del Reino.
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