Nombre de una familia de políticos idumeos —edomitas— que gobernó en Judea. En realidad, eran judíos nominales, puesto que, según Josefo, el gobernante macabeo Juan Hircano I (c. 125 a. E.C.) había obligado a los idumeos a circuncidarse.
Aparte de la breve referencia bíblica a los Herodes, la mayor parte de la información acerca de esta dinastía se encuentra en los escritos del historiador Josefo. El antepasado de los Herodes fue Antípatro (Antipas) I, a quien Alejandro Janeo, el rey asmoneo (macabeo), había hecho gobernador de Idumea. El hijo de Antípatro, llamado también Antípatro o Antipas, fue el padre de Herodes el Grande. Según Josefo, el historiador Nicolás de Damasco afirmaba que Antípatro II era del linaje de los judíos principales que salieron de Babilonia hacia la tierra de Judá. Pero, como dice Josefo, Nicolás hizo esta afirmación solo para agradar a Herodes, quien era edomita tanto por parte de padre como de madre.
Antípatro II, hombre muy rico, se mezcló en la política y las intrigas, y tenía grandes ambiciones para sus hijos. Favoreció a Hircano II —hijo de Alejandro Janeo y Salomé Alejandra— para el puesto de sumo sacerdote judío y rey, en contra de Aristóbulo, el hermano de Hircano. No obstante, Antípatro en realidad actuaba movido por la ambición, y con el tiempo consiguió que Julio César le otorgara la ciudadanía romana y la gobernación de Judea. Antípatro nombró a Fasael, su primogénito, gobernador de Jerusalén, y a Herodes, otro de sus hijos, gobernador de Galilea. Su carrera finalizó cuando un asesino lo envenenó.
1. Herodes el Grande. Segundo hijo de Antípatro (Antipas) II por medio de su esposa Cipros. La historia corrobora la veracidad del breve apunte que la Biblia da acerca del carácter de este hombre: falto de escrúpulos, astuto, desconfiado, inmoral, cruel y criminal. Poseía la habilidad de su padre como diplomático y oportunista. Sin embargo, ha de puntualizarse que fue un hábil organizador y comandante militar. Josefo dice que era un hombre de gran fuerza física, con destreza para la equitación y para el uso de la jabalina y el arco. (La Guerra de los Judíos, libro I, cap. XXI, sec. 13.) La construcción quizás fue su faceta positiva más sobresaliente.
Como gobernador de Galilea, se distinguió primero por eliminar de su territorio las bandas de salteadores. Sin embargo, ciertos judíos envidiosos se unieron a las madres de los salteadores ejecutados y convencieron a Hircano II (entonces el sumo sacerdote) para que convocara a Herodes ante el Sanedrín, con la acusación de que se había adelantado a este tribunal haciendo ejecutar a los salteadores después de un proceso sumarísimo, en vez de someterlos a juicio. Herodes accedió, pero de manera descarada e irrespetuosa compareció con una guardia de corps, aunque como judío profeso estaba sujeto al mencionado tribunal. Este insulto al tribunal supremo judío hizo que incurriera en la ira de los jueces. Según Josefo, un juez llamado Sameas (Simeón) tuvo el suficiente valor como para ponerse en pie y predecir que si Herodes se libraba del castigo, con el tiempo mataría a todos los que estaban sentados para juzgarle. Pero Hircano era un hombre pasivo y de voluntad débil. La presión a la que le sometió Herodes, unida a una carta de Sexto César (un pariente de Julio César que entonces era presidente de Siria) en la que amenazaba a Hircano si no desestimaba los cargos, hizo que este capitulara. (Antigüedades Judías, libro XIV, cap. IX, sec. 4.)
Rey de Judea.
Herodes sucedió a su padre, y alrededor del año 39 a. E.C. el senado romano lo nombró rey de toda Judea. Sin embargo, no llegó a ser rey de hecho hasta que tres años más tarde tomó Jerusalén y destronó a Antígono, hijo de Aristóbulo. Después de esta victoria, tomó medidas para consolidar su posición.
Con este fin persuadió a Marco Antonio para que matase a Antígono, y luego persiguió y dio muerte a cuarenta y cinco de los miembros principales de su partido. De los principales fariseos, solo perdonó a Sameas y Polio, pues unos años más tarde incluso mandó matar a Juan Hircano II. Al dar muerte de este modo a los que se habían sentado para juzgarle, cumplió la predicción de Sameas.
Como astuto político que era, Herodes creyó que sus mejores intereses yacían en el apoyo a Roma, pero tuvo que ser muy diplomático y cambiar con frecuencia de bando para mantenerse al paso con la suerte de los gobernantes romanos. Apoyó primero a Julio César, siendo amigo íntimo de Sexto, para más tarde ponerse del lado de Casio, el asesino de César. Asimismo, pudo obtener el favor de Marco Antonio, enemigo de Casio y vengador de César, en parte debido a sustanciosos sobornos. Cuando, más adelante, Octavio (César Augusto) derrotó a Antonio en la batalla de Actium, Herodes obtuvo hábilmente el perdón de Augusto por haber apoyado a Antonio, y más tarde conservó su amistad. Debido a su apoyo a Roma, a su liberalidad en el uso del dinero en forma de regalos a los césares, así como a su habla melosa, Herodes siempre salía airoso cuando los judíos, otras personas o hasta miembros de su propia casa llevaban a Roma quejas o cargos contra él.
Herodes empezó gobernando Galilea. Después, Casio le hizo gobernador de Celesiria, y posteriormente el senado romano, lo nombró rey de Judea por recomendación de Antonio. El emperador Augusto añadió Samaria, Gadara, Gaza, Jope y, más tarde, las regiones de Traconítide, Batanea, Auranítide y Perea (una región que estaba al E. del Jordán y que más o menos correspondía con Galaad). Idumea también estuvo bajo su dominio.
El templo y otras obras de construcción.
La obra de construcción de Herodes más notable, en particular desde el punto de vista bíblico, fue la costosísima reconstrucción del templo de Zorobabel en Jerusalén, que, una vez acabado, Josefo calificó de magnífico. (Antigüedades Judías, libro XV, cap. XI, sec. 3.) Debido a que los judíos odiaban a Herodes y desconfiaban de él, no le permitieron derribar de antemano el templo que ya existía, sino que primero tuvo que reunir los materiales de construcción y colocarlos sobre el terreno antes de que pudiese iniciar la demolición. Según Josefo, el santuario del templo se reedificó en dieciocho meses, mientras que otras construcciones importantes se erigieron en ocho años. (Antigüedades Judías, libro XV, cap. XI, sec. 6.) Sin embargo, en el año 30 E.C. los judíos afirmaron que el templo se había edificado en cuarenta y seis años.
Esta declaración se hizo durante una conversación mantenida con Jesucristo, cuando se aproximaba el tiempo de la primera Pascua después de su bautismo. (Jn 2:13-20.) Según Josefo (Antigüedades Judías, libro XV, cap. XI, sec. 1), la obra empezó en el año decimoctavo del reinado de Herodes. Si se cuenta tal y como los judíos consideraban los años reinantes de los reyes, ese año sería el 18 ó 17 a. E.C. En realidad, el trabajo continuó en el templo (añadiéndole algunas cosas) hasta seis años antes de su destrucción, en 70 E.C.
Herodes también construyó teatros, anfiteatros, hipódromos, ciudadelas, fortalezas, palacios, jardines, templos en honor a César, acueductos, monumentos e incluso ciudades. A estas les puso su propio nombre, el de sus parientes o el de los emperadores de Roma. Construyó un puerto artificial en Cesarea que rivalizaba con el de Tiro. Según Josefo, sumergieron rocas enormes hasta una profundidad de 20 brazas (36 m.) a fin de hacer una mole de unos 60 m. (Antigüedades Judías, libro XV, cap. IX, sec. 6.) Herodes reconstruyó las fortalezas de Antonia y Masada, esta última con gran lujo. Hizo obras de construcción en ciudades tan lejanas como Antioquía de Siria y Rodas (en la isla del mismo nombre).
Herodes era un anfitrión que se prodigaba en atenciones y muy generoso a la hora de hacer regalos, en especial a los dignatarios romanos. Una de las principales quejas que tenían los judíos contra él era que construyera anfiteatros, como el de Cesarea, y celebrara en ellos juegos griegos y romanos, como carreras de carros, combates de gladiadores, luchas de hombres y fieras y otras festividades paganas. Tenía tanto interés en mantener los juegos olímpicos, que mientras estaba en Grecia camino de Roma, incluso participó en ellos como luchador. Luego donó una gran cantidad de dinero para perpetuar los juegos, como también, sin duda, su propia fama. Como profesaba el judaísmo, llamaba a los judíos “mis paisanos”, y a aquellos que regresaron de Babilonia para construir el templo de Zorobabel, “mis padres”. No obstante, su modo de vivir era un desmentido absoluto de su pretensión de ser siervo de Jehová Dios.
Problemas en la familia.
Casi toda la familia de los Herodes era ambiciosa, desconfiada, muy inmoral y un hervidero de problemas. Los mayores problemas y pesares a los que tuvo que hacer frente Herodes se produjeron dentro de su propia familia. Cipros, su madre, y Salomé, su hermana, agravaban la situación constantemente. Él estaba casado con Mariamne I, hija de Alejandro (hijo de Aristóbulo) y nieta de Hircano II. Era Mariamne una mujer de extraordinaria hermosura, a la que Herodes amaba mucho; sin embargo, fue surgiendo un odio entre ella y la madre y la hermana de Herodes. Por su parte, Herodes siempre tenía envidia y sospechaba que algunos de sus familiares, sobre todo sus hijos, conspiraban contra él. En algunos casos sus recelos estaban justificados. Su ambición de poder y sus sospechas le impulsaron a ordenar el asesinato de su esposa Mariamne, de tres de sus hijos, del hermano y del abuelo de ella (Hircano), de algunos de sus mejores amigos, así como de muchas personas más. Empleó la tortura para arrancar confesiones de cualquiera de quien sospechase que tenía información que pudiera confirmar sus recelos.
Relación con los judíos.
Herodes intentó mantener buenas relaciones con los judíos reconstruyendo el templo y satisfaciendo sus necesidades en tiempo de hambre. A veces disminuyó los impuestos de algunos de sus súbditos. También consiguió que Augusto garantizara ciertos privilegios a los judíos en diferentes partes del mundo. De todos modos, pesaron más su tiranía y crueldad, por lo que tuvo problemas con el pueblo judío durante la mayor parte de su reinado.
Su enfermedad y muerte.
Muy posiblemente debido a su vida licenciosa, con el tiempo Herodes contrajo una enfermedad repugnante acompañada de fiebre, y, según Josefo, “experimentaba una intolerable picazón en la piel, continuos retortijones intestinales, un edema en los pies semejante al de los hidrópicos; además tenía una tumefacción en el bajo vientre, una gangrena en los órganos sexuales que engendraba gusanos, asma, sofocación y calambres de todos los miembros”. (La Guerra de los Judíos, libro I, cap. XXXIII, sec. 5.)
En el transcurso de esta enfermedad mortal mandó asesinar a su hijo, el intrigante Antípatro. Además, como sabía que los judíos se regocijarían al enterarse de su muerte, ordenó que se reuniese en el lugar llamado el hipódromo, en Jericó, a los hombres más ilustres de la nación judía, y que los encerrasen allí. Luego mandó a aquellos que estaban a su lado que cuando muriese, la noticia de su muerte no se hiciese pública hasta que se hubiese ejecutado a estos líderes judíos. De esta manera, según él mismo dijo, de seguro toda familia en Judea lloraría en su funeral. Sin embargo, esta orden nunca se cumplió. Salomé, la hermana de Herodes, y Alexas, su esposo, libertaron a estos hombres y los enviaron a sus casas.
Herodes tenía a su muerte unos setenta años. En su testamento había nombrado sucesor a Antipas, pero poco antes de su muerte añadió un codicilo o hizo un nuevo testamento nombrando a Arquelao en su lugar. El pueblo y el ejército reconocieron a Arquelao como nuevo rey (la Biblia dice que el padre adoptivo de Jesús, José, oyó que “Arquelao reinaba en Judea en vez de su padre Herodes”, Mt 2:22). Pero Antipas no estuvo de acuerdo. Después de una audiencia en Roma, César Augusto favoreció el nombramiento de Arquelao. Sin embargo, le hizo etnarca y dividió el territorio que antes gobernaba Herodes: la mitad para Arquelao, y la otra mitad para Antipas y Filipo, otros dos hijos de Herodes.
Matanza de niños.
El relato bíblico de la matanza de todos los niños varones de dos años de edad para abajo en Belén y sus distritos está en armonía con los otros registros históricos que hablan acerca de la iniquidad de Herodes. Este suceso ocurrió poco tiempo antes de su muerte, pues los padres de Jesús se lo llevaron a Egipto para protegerlo, y poco después regresaron y se establecieron en Galilea cuando Herodes ya había muerto. Jehová profetizó estos dos acontecimientos por boca de sus profetas Jeremías y Oseas. (Mt 2:1-23; Jer 31:15; Os 11:1.)
Fecha de su muerte.
Surge un problema con respecto a cuándo murió Herodes: algunos cronólogos sostienen que murió en el año 5 ó 4 a. E.C. Su cronología se basa, en gran parte, en la historia de Josefo. Al fechar el tiempo en que Roma nombró rey a Herodes, Josefo usa una “datación consular”, es decir, coloca el acontecimiento durante la gobernación de ciertos cónsules romanos. De acuerdo con este hecho, se debió nombrar rey a Herodes en el año 40 a. E.C. A Josefo le contradice otro historiador, Apiano, cuyos datos situarían el nombramiento en el año 39 a. E.C. Siguiendo el mismo método, Josefo emplaza la toma de Jerusalén por parte de Herodes en el año 37 a. E.C., pero también dice que ocurrió veintisiete años después de que Pompeyo tomó la ciudad (63 a. E.C.), lo que significaría que Herodes tomó la ciudad de Jerusalén en el año 36 a. E.C. (Antigüedades Judías, libro XIV, cap. XVI, sec. 4.) Ahora bien, Josefo dice que Herodes murió a los treinta y siete años de que los romanos lo nombraran rey y treinta y cuatro años después de que tomó Jerusalén. (Antigüedades Judías, libro XVII, cap. VIII, sec. 1.) La fecha de su muerte, según este último cálculo, sería, por lo tanto, el año 2, o quizás el año 1 a. E.C.
Es probable que el historiador judío Josefo contase los reinados de los reyes de Judea por el método del año de ascensión al trono, como se había hecho con los reyes de la línea de David. Si Roma nombró rey a Herodes en el año 40 a. E.C., su primer año de reinado pudo ir de Nisán de 39 a Nisán de 38 a. E.C. De igual manera, si se cuenta desde su toma de Jerusalén en el año 37 (o 36) a. E.C., su primer año de reinado pudo empezar en Nisán de 36 (o 35) a. E.C. Por lo tanto, si, como dice Josefo, Herodes murió treinta y siete años después de que Roma lo nombrara rey y treinta y cuatro años después de tomar Jerusalén —y si estos años se cuentan en cada caso según el año reinante—, su muerte pudo producirse el año 1 a. E.C. W. E.
Filmer argumenta sobre este asunto en The Journal of Theological Studies (edición de H. Chadwick y H. Sparks, Oxford, 1966, vol. 17, pág. 284) y escribe que de la tradición judía puede deducirse que la muerte de Herodes ocurrió el 2 de Sebat (el mes de Sebat cae entre los meses de enero y febrero).
Según Josefo, Herodes murió no mucho después de un eclipse de Luna y antes de una Pascua. (Antigüedades Judías, libro XVII, cap. VI, sec. 4; cap. IX, sec. 3.) Puesto que hubo un eclipse el 11 de marzo del año 4 a. E.C. (13 de marzo según el calendario juliano), algunos han llegado a la conclusión de que este era el eclipse al que hizo referencia Josefo.
Por otra parte, hubo un eclipse de Luna en el año 1 a. E.C., unos tres meses antes de la Pascua. Además, este eclipse fue total, mientras que el del año 4 a. E.C. fue solo parcial. El eclipse total del año 1 a. E.C. se produjo el 8 de enero (10 de enero, calendario juliano), 18 días antes del 2 de Sebat, el día tradicional de la muerte de Herodes. Otro eclipse (parcial) ocurrió el 27 de diciembre del año 1 a. E.C. (29 de diciembre, calendario juliano).
Otra forma de hacer el cálculo gira en torno a la edad de Herodes cuando murió. De acuerdo con el texto original, Josefo dice que murió alrededor de los setenta años y que recibió su nombramiento como gobernador de Galilea (acontecimiento fechado por lo general en el año 47 a. E.C.) cuando tenía quince años, aunque los doctos lo han considerado un error, entendiendo que se quiso decir veinticinco años, por lo que corrigen la cifra en algunas ediciones. (Antigüedades Judías, libro XVII, cap. VI, sec. 1; libro XIV, cap. IX, sec. 2.) De acuerdo con estos datos, la muerte de Herodes ocurrió en el año 2 o en 1 a. E.C. Sin embargo, debemos tener en cuenta que Josefo es muy poco consecuente al fechar los acontecimientos, y por lo tanto no es la fuente más confiable. Para hallar la información más fidedigna debemos acudir a la Biblia.
Los datos disponibles indican que Herodes probablemente murió en el año 1 a. E.C. El historiador bíblico Lucas nos dice que Juan empezó a bautizar en el decimoquinto año de Tiberio César. (Lu 3:1-3.) Augusto murió el 17 de agosto del año 14 E.C. El 15 de septiembre el senado romano nombró emperador a Tiberio.
Los romanos no usaban el sistema de año de ascensión al trono, por consiguiente, el decimoquinto año transcurriría desde la última parte del año 28 hasta la última de 29 E.C. Juan, que era seis meses mayor que Jesús y empezó su ministerio antes que él —todo parece indicar que en la primavera de aquel año—, fue su precursor y le preparó el camino. (Lu 1:35, 36.) Según indica el registro bíblico, Jesús nació en el otoño, y cuando se presentó a Juan para bautizarse, tenía aproximadamente treinta años. (Lu 3:21-23.) Por lo tanto, lo más probable es que se bautizase en el otoño, hacia el mes de octubre de 29 E.C. Si contamos treinta años atrás, llegamos al otoño del año 2 a. E.C. como la fecha del nacimiento humano del Hijo de Dios. (Compárese Lu 3:1, 23 con la profecía de Daniel de las “setenta semanas”, registrada en Da 9:24-27. .)
Los astrólogos que visitaron a Jesús.
El apóstol Mateo nos dice que después del nacimiento de Jesús en Belén, “en los días de Herodes el rey”, unos astrólogos de las partes orientales fueron a Jerusalén diciendo que habían visto su estrella cuando estaban en el Oriente. Al instante se despertaron en Herodes temores y sospechas, y averiguó por medio de los principales sacerdotes y escribas que el Cristo tenía que nacer en Belén. Entonces llamó a los astrólogos y mediante ellos se informó de cuándo apareció la estrella. (Mt 2:1-7.)
Debe notarse que esto fue algún tiempo después del nacimiento de Jesús, puesto que ya no estaba en un pesebre, sino con sus padres en una casa. (Mt 2:11; compárese con Lu 2:4-7.) Como no regresaron los astrólogos, que deberían ser portadores de noticias sobre el paradero del muchacho, Herodes ordenó la matanza de todos los niños de dos años de edad para abajo en todo Belén y sus distritos. Entre tanto, los padres de Jesús lo llevaron a Egipto debido a la advertencia de Dios. (Mt 2:12-18.) La muerte de Herodes difícilmente pudo haber acontecido antes del año 1 a. E.C., puesto que en ese caso Jesús, que nació alrededor del 1 de octubre del año 2 a. E.C., habría tenido menos de tres meses de edad.
Por otra parte, no era necesario que Jesús tuviera dos años cuando ocurrió la matanza de los niños; podía incluso haber tenido menos de un año, puesto que Herodes hizo el cálculo desde el tiempo en que se les apareció la estrella a los astrólogos mientras estaban en el Oriente. (Mt 2:1, 2; 7-9.) Este pudo haber sido un período de algunos meses, pues si los astrólogos procedían del antiguo centro de la astrología, Babilonia o Mesopotamia, como es probable, tuvieron que realizar un viaje muy largo. A los israelitas les tomó cuatro meses hacer ese viaje cuando fueron repatriados de Babilonia en el año 537 a. E.C. Herodes razonó que matando a todos los niños de dos años de edad para abajo, con toda seguridad acabaría con aquel que había nacido “rey de los judíos”. (Mt 2:2.) El hecho de que Jesús al parecer no permaneció largo tiempo en Egipto indica que Herodes murió poco después de estos sucesos. (Mt 2:19-21.)
Por lo tanto, podemos llegar a la conclusión de que la cronología bíblica, los datos astronómicos y los registros históricos disponibles parecen señalar como fecha de la muerte de Herodes al año 1 a. E.C. o tal vez los comienzos del año 1 E.C.
2. Herodes Antipas. Hijo de Herodes el Grande y Maltace (una samaritana). Fue criado en Roma junto con su hermano Arquelao. En el testamento de Herodes se había nombrado a Antipas para recibir el trono. Sin embargo, al final Herodes cambió el testamento y nombró a Arquelao. Antipas impugnó el testamento delante de César Augusto, quien apoyó el derecho de Arquelao, pero dividió el reino, y dio a Antipas la tetrarquía de Galilea y Perea. El término “tetrarca”, que significa “gobernante sobre una cuarta parte” de una provincia, se aplicaba a un gobernante de un distrito menor o a un príncipe territorial. No obstante, puede que a nivel popular se le haya llamado rey, como a Arquelao. (Mt 14:9; Mr 6:14, 22, 25-27.)
Antipas se casó con la hija de Aretas, rey de Arabia, cuya capital estaba en Petra. En uno de sus viajes a Roma, Antipas visitó a su hermanastro Filipo, el hijo de Herodes el Grande y Mariamne II (no Filipo el tetrarca). En el transcurso de esta visita se enamoró de Herodías, la esposa de Filipo, mujer ávida de poder.
Antipas se la llevó a Galilea y se casó con ella; asimismo, se divorció de la hija de Aretas y la envió de regreso a su casa. Esta acción insultante provocó una guerra: Aretas invadió los dominios de Herodes Antipas y le infligió tremendas pérdidas, casi hasta el punto de derrocarlo. A Antipas lo salvó una petición hecha a Roma, que resultó en una orden del emperador para que Aretas detuviese la guerra.
Antipas se granjeó el favor del sucesor de Augusto: Tiberio César. Siendo constructor como su padre, aunque en una escala mucho menor, levantó una ciudad en el lago Genesaret (el mar de Galilea o Tiberíades) y la llamó Tiberíades, según el nombre del emperador. (Jn 6:1, 23.) A otra ciudad, Julias, la llamó así en honor de Julia (más conocida por Livia), la esposa de Augusto. También construyó fortalezas, palacios y teatros.
Mata a Juan el Bautista.
Juan el Bautista censuró la relación adulterina de Herodes Antipas con Herodías. Podía corregir a Antipas acerca de este asunto porque el monarca era judío nominal y profesaba seguir la Ley. Antipas encerró a Juan en prisión con el deseo de matarle, pero tenía miedo del pueblo, ya que creía que Juan era profeta. Sin embargo, cuando Antipas celebraba su cumpleaños, la hija de Herodías le agradó tanto que juró darle todo lo que solicitase. Herodías le dijo a su hija que pidiera la cabeza de Juan. Aunque esto no complacía a Herodes, cobardemente condescendió para quedar bien delante de los que asistían a la celebración y debido a su juramento (aunque bajo la Ley un juramento no le obligaba a realizar un acto ilegal, como el asesinato). (Mt 14:3-12; Mr 6:17-29.)
Tiempo después, Antipas quedó aterrorizado cuando oyó del ministerio de Jesús (de su predicación, de que hacía curaciones y expulsaba demonios), temiendo que fuese en realidad Juan que había sido levantado de entre los muertos. A partir de entonces tuvo gran interés en ver a Jesús, no para oír su predicación, sino debido a que no estaba seguro de su identidad. (Mt 14:1, 2; Mr 6:14-16; Lu 9:7-9.)
En una ocasión, los fariseos le dijeron a Jesús, tal vez mientras cruzaba Perea camino de Jerusalén: “Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte”. Puede que Herodes iniciase este rumor, confiando en que, por temor, Jesús huiría de su territorio, pues quizás no se atreviera a alzar su mano de nuevo contra un profeta de Dios. Jesús, en respuesta, y aludiendo al parecer a la astucia de Herodes, le llamó “esa zorra”. (Lu 13:31-33.)
“La levadura de Herodes.
” Durante la gobernación de Herodes Antipas, Jesús advirtió a sus seguidores: “Mantengan los ojos abiertos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes”. (Mr 8:15.) Estas dos sectas, los fariseos y los herodianos, o partidarios de Herodes, se opusieron a Jesucristo y sus enseñanzas, y aunque estaban enemistadas entre sí, tenían a Cristo como enemigo común y lo combatían conjuntamente. Los herodianos eran más políticos que religiosos; se ha dicho que alegaban seguir la Ley, pero opinaban que era lícito que los judíos reconocieran a un príncipe extranjero (pues los Herodes no eran verdaderos judíos, sino idumeos). Eran muy nacionalistas y no querían ni un gobierno teocrático bajo reyes judíos ni el gobierno romano, sino la restauración del reino nacional bajo uno de los hijos de Herodes.
Un ejemplo que puso de manifiesto su “levadura” nacionalista fue la pregunta capciosa que le hicieron a Jesús junto con los fariseos para entramparlo: “¿Es lícito pagar la capitación a César, o no? ¿Debemos pagar, o no debemos pagar?”. (Mr 12:13-15.) Jesús los llamó “hipócritas” y mostró que estaba al tanto de su “levadura”, pues su respuesta los desarmó y no pudieron ni acusarle de sedición ni levantar al pueblo contra él. (Mt 22:15-22.)
Se burla de Jesús.
Su último día de vida humana, Jesús fue llevado delante de Poncio Pilato, y cuando este supo que era galileo, lo envió a Herodes Antipas —el gobernante de distrito (tetrarca) de Galilea, que entonces estaba en Jerusalén—, ya que Pilato había tenido dificultades con los galileos. (Lu 13:1; 23:1-7.) Cuando Herodes vio a Jesús, se regocijó, no porque estuviese interesado en su bienestar o porque desease hacer un intento sincero por ver si eran verdad o no los cargos que los sacerdotes y los escribas presentaban en contra de él, sino porque quería ver a Jesús ejecutar alguna señal. Jesús rehusó hacerlo y permaneció en silencio cuando Herodes le interrogó “con muchas palabras”. Sabía que su comparecencia delante de Herodes se le había impuesto solo en son de burla. Decepcionado con Jesús, Herodes le desacreditó y se burló de él, vistiéndole con una prenda vistosa, y luego lo envió de regreso a Pilato, que era la autoridad superior en lo que concernía a Roma. Posiblemente debido a ciertas acusaciones que Herodes había levantado en contra de Pilato, ambos estaban enemistados, pero este gesto de Pilato le agradó a Herodes y se hicieron amigos. (Lu 23:8-12.)
Tras la liberación de Pedro y Juan, poco después del Pentecostés de 33 E.C., los discípulos dijeron en oración a Dios: “Tanto Herodes [Antipas] como Poncio Pilato con hombres de naciones y con pueblos de Israel realmente fueron reunidos en esta ciudad contra tu santo siervo Jesús [...]. Y ahora, Jehová, da atención a sus amenazas, y concede a tus esclavos que sigan hablando tu palabra con todo denuedo”. (Hch 4:23, 27-29.)
En Hechos 13:1 se hace referencia a un cristiano, Manaén, que había sido educado con Herodes el gobernante de distrito. Puesto que este último se crió en Roma con cierto ciudadano, la declaración bíblica puede indicar que Manaén recibió su educación en dicha ciudad.
Desterrado a la Galia.
Cuando Cayo César (Calígula) nombró a Agripa I rey de la tetrarquía de Filipo, Herodías, la esposa de Antipas, se lo reprochó a su esposo, diciéndole que si no recibía rango real se debía tan solo a su indolencia. Razonó que como ya era un tetrarca, mientras que Agripa no había tenido ningún puesto en absoluto, debería ir a Roma y solicitarle a César la dignidad real. Antipas acabó cediendo a la insistente presión de su esposa.
Pero a Calígula le irritó la ambiciosa solicitud de Antipas, y haciendo caso de las acusaciones de Agripa, lo desterró a la Galia (a la ciudad de Lyon, Francia). Antipas finalmente murió en España. Aunque Herodías podía haberse librado del castigo por ser hermana de Agripa, no quiso abandonar a su esposo, quizás debido a su orgullo. A Agripa I se le entregó la tetrarquía de Antipas y, después de su exilio, su dinero, así como el patrimonio de Herodías. De modo que Herodías fue responsable de las dos grandes calamidades de Antipas: su virtual derrota ante el rey Aretas y su exilio.
3. Herodes Agripa I. Hijo de Aristóbulo y nieto de Herodes el Grande (que hizo ejecutar a su hijo) y de Mariamne I (nieta del sumo sacerdote Hircano II). Agripa fue el último de los Herodes que llegó a ser rey de toda Palestina, tal como lo había sido su abuelo.
Sus primeros años.
Un buen número de artimañas y la ayuda de sus amigos de Roma hicieron de Agripa “Herodes el rey”. (Hch 12:1.) Se educó en Roma con Druso, el hijo del emperador Tiberio, así como con su sobrino, Claudio, y se convirtió en una figura familiar en los círculos importantes de la capital. Era extremadamente temerario y extravagante. Tenía grandes deudas, debiendo dinero incluso al tesoro romano. Acabó abandonando Roma y huyendo a Idumea. Más tarde, con la ayuda de su hermana Herodías y su esposa Cipros (hija del sobrino de Herodes el Grande que estaba casado con una hija de Herodes) halló residencia durante un tiempo en Tiberíades. Una disputa entre él y Antipas provocó su marcha. Al final, regresó a Roma y volvió a granjearse el favor de Tiberio César.
Sin embargo, una declaración imprudente colocó a Agripa en una posición difícil ante el emperador Tiberio: en un descuido, le expresó a Cayo (Calígula), con quien había cultivado cierta amistad, su deseo de que llegase a ser emperador pronto. El sirviente de Agripa lo oyó por casualidad, y sus observaciones llegaron a Tiberio, que le encerró en prisión. Su vida estuvo en peligro durante varios meses, pero Tiberio murió poco tiempo después y Calígula llegó a ser emperador. Calígula soltó a Agripa, y lo elevó a la posición de rey sobre los territorios en los que había gobernado Filipo, su difunto tío.
Favorecido por los emperadores romanos.
Herodías envidiaba la posición de rey de su hermano, por lo que persuadió a su esposo, Herodes Antipas, que solo era tetrarca, a solicitar la corona al nuevo emperador de Roma, pero Agripa se adelantó a Antipas.
Lo acusó ante Cayo (Calígula) de haberse aliado con Sejano el conspirador contra Tiberio, y con los partos, acusaciones que Antipas no pudo negar. Fue desterrado y sus territorios de Galilea y Perea se añadieron al reino de Agripa. Josefo dice en un pasaje que Calígula dio estos dominios a Agripa, y en otros dos dice que fue Claudio. Es posible que Calígula hiciera la promesa y Claudio la cumpliera.
Cuando Calígula fue asesinado, según los historiadores en el año 41 E.C., Agripa estaba en Roma y pudo actuar como enlace entre el Senado y su amigo, el nuevo emperador Claudio, quien le mostró su aprecio concediéndole el territorio de Judea y Samaria, así como el reino de Lisanias. De esta forma, Agripa llegó a ser gobernante de aproximadamente el mismo territorio que había tenido su abuelo, Herodes el Grande.
Entonces solicitó y recibió de Claudio el reino de Calcis para su hermano Herodes. (Este Herodes aparece en la historia solo como rey de Calcis, un pequeño territorio situado en la ladera occidental de las montañas del Antilíbano.)
Busca el favor de los judíos; persigue a los cristianos.
Agripa buscó el favor de los judíos alegando devoción al judaísmo. Calígula, que se creía un dios, había decidido erigir una estatua de sí mismo en el templo de Jerusalén, pero Agripa hábilmente lo persuadió para que no lo hiciera. Más tarde, Agripa empezó a construir un muro al N. de Jerusalén. A Claudio le pareció que se estaba fortificando la ciudad contra un posible futuro ataque romano, de modo que mandó a Agripa que desistiera del empeño. Agripa contradijo su afirmación de ser un adorador de Dios apoyando y fomentando combates de gladiadores y otros espectáculos paganos en el teatro.
Los judíos aceptaron a Agripa debido a su ascendencia asmonea por la línea familiar de su abuela Mariamne. Mientras defendía la causa de los judíos bajo el yugo romano, persiguió a los cristianos, a quienes los judíos incrédulos odiaban: “Con la espada eliminó a Santiago hermano de Juan”. (Hch 12:1, 2.) Arrestó y encarceló a Pedro porque sabía que eso agradaba a los judíos, pero un ángel intervino y liberó al apóstol. Este acontecimiento originó un gran revuelo entre los soldados de Agripa y tuvo como resultado el castigo de los guardas de Pedro. (Hch 12:3-19.)
Ejecutado por el ángel de Dios.
La gobernación de Agripa tuvo un final repentino. En Cesarea, en el transcurso de una fiesta en honor a César, Agripa se vistió con un magnífico ropaje real y pronunció un discurso ante un auditorio de Tiro y Sidón que se había congregado para suplicarle paz. La muchedumbre clamó: “¡Voz de un dios, y no de un hombre!”. La Biblia registra en estos términos la ejecución inmediata de este hipócrita condenado por Dios: “Al instante el ángel de Jehová lo hirió, porque no dio la gloria a Dios; y llegó a estar comido de gusanos, y expiró”. (Hch 12:20-23.)
Los cronólogos sitúan la muerte del rey Herodes Agripa I en 44 E.C., a la edad de cincuenta y cuatro años, después de haber reinado durante tres años sobre toda Judea. Quedaron su hijo Agripa II y sus hijas Berenice (Hch 25:13), Drusila —la esposa del gobernador Félix— y Mariamne III. (Hch 24:24.)
4. Herodes Agripa II. Bisnieto de Herodes el Grande. Era hijo de Herodes Agripa I y su esposa Cipros. Según los historiadores, fue el último de los príncipes de la línea herodiana. Agripa tenía tres hermanas: Berenice, Drusila y Mariamne III. (Hch 25:13; 24:24.) Se educó en la casa imperial de Roma. Su padre murió cuando él tenía diecisiete años, pero los consejeros del emperador Claudio pensaron que era demasiado joven para asumir la gobernación de sus dominios. Por esta razón, Claudio designó gobernadores sobre estos territorios. Después de permanecer en Roma durante un tiempo, recibió el reino de Calcis tras la muerte de su tío Herodes, el anterior rey de este pequeño principado situado en la ladera occidental de la cordillera del Antilíbano.
Poco tiempo después, Claudio lo nombró rey sobre las tetrarquías que habían pertenecido a Filipo y Lisanias. (Lu 3:1.) También se le dio la superintendencia del templo de Jerusalén y fue investido con autoridad para nombrar a los sumos sacerdotes judíos. Posteriormente, sus dominios fueron ensanchados por Nerón, el sucesor de Claudio, quien le concedió Tiberíades y Tariquea en Galilea, y Julias en Perea, así como sus pueblos dependientes.
Tiempo después, Agripa decidió construir un anexo al palacio que habían erigido los reyes asmoneos en Jerusalén. Como desde este anexo podía ver lo que sucedía en el patio del templo, los judíos levantaron un muro, de modo que no pudiesen ver nada ni él ni los guardias romanos desde otra posición ventajosa. Esto desagradó tanto a Herodes como a Festo, pero los judíos apelaron a Nerón, quien permitió que el muro siguiera en pie. Agripa también embelleció Cesarea de Filipo (a la que cambió el nombre a Neronias, en honor a Nerón). Siguiendo el ejemplo de su padre, construyó un teatro en Berito (Fenicia) y luego gastó grandes cantidades de dinero en espectáculos.
Agripa mantenía una relación incestuosa con su hermana Berenice, que había abandonado a su esposo, el rey de Cilicia. Esta relación inmunda (condenada en la Biblia) con su propia hermana fue un gran escándalo. (Le 18:9, 29; Dt 27:22.)
Cuando llegó a ser evidente que la rebelión de los judíos contra el yugo romano (66-70 E.C.) solo podía acabar en un desastre nacional, Agripa trató de persuadirlos de que emprendiesen un derrotero más moderado. Sus llamadas no sirvieron de ningún provecho: abandonó a los judíos, se unió al ejército romano y fue herido por una piedra lanzada con una honda durante la batalla.
Defensa de Pablo delante de él.
Las Escrituras presentan al rey Herodes Agripa II y a su hermana Berenice en el momento de su visita de cortesía al gobernador Festo, hacia el año 58 E.C. (Hch 25:13.) Festo había sucedido al gobernador Félix.
Durante la gobernación de este, los judíos acusaron al apóstol Pablo, pero cuando Félix abandonó el poder, deseando ganarse el favor de los judíos, dejó a Pablo en cadenas. (Hch 24:27.) Dicho sea de paso, Félix era cuñado de Agripa pues se había casado con su hermana Drusila. (Hch 24:24.) Pablo había apelado a César (Hch 25:8-12), pero el rey Agripa manifestó al gobernador Festo su deseo de oír antes lo que Pablo tenía que decir. (Hch 25:22.) Pablo se alegró de hacer su defensa delante de Agripa, de quien dijo que era “perito en todas las costumbres así como también en las controversias entre los judíos”. (Hch 26:1-3.) La convincente argumentación de Pablo impulsó a Agripa a decir: “En poco tiempo me persuadirías a hacerme cristiano”, a lo que Pablo respondió: “Desearía de Dios que, fuera en poco tiempo o en mucho tiempo, no solo tú, sino también todos los que me oyen hoy llegaran a ser tales hombres como lo que yo también soy, a excepción de estas cadenas”. (Hch 26:4-29.) Agripa y Festo coincidieron en que Pablo era inocente, pero que, como había apelado a César, tenía que ser enviado a Roma para juicio. (Hch 26:30-32.)
Después de la destrucción de Jerusalén, en 70 E.C., Herodes Agripa se trasladó a Roma con su hermana Berenice y allí recibió el cargo de pretor. Murió sin hijos alrededor del año 100 E.C.
5. Herodes Filipo. Hijo de Herodes el Grande por medio de Mariamne II (hija del sumo sacerdote Simón). Filipo fue el primer esposo de Herodías, que se divorció de él para casarse con Herodes Antipas (hermanastro de Filipo). En la Biblia se le menciona de paso en Mateo 14:3, Marcos 6:17, 18 y Lucas 3:19.
El nombre Herodes Filipo se usa para distinguirlo de Filipo el tetrarca, puesto que, según Josefo, este último también era hijo de Herodes el Grande por medio de otra esposa: Cleopatra de Jerusalén.
Parece ser que Filipo estaba en la línea de sucesión al trono de su padre después de sus hermanastros Antípatro, Alejandro y Aristóbulo, a quienes Herodes mandó ejecutar. En un testamento previo de Herodes, se le nombró a él después de Antipas, pero en el testamento final se le pasó por alto y el reino llegó a ser de Arquelao. Josefo registra que Herodes eliminó el nombre de Filipo de su testamento debido a que Mariamne II, la madre de Filipo, era consciente del complot de Antípatro contra Herodes, pero no lo había revelado.
Filipo tenía una hija por medio de Herodías, Salomé, que bailó delante de Herodes Antipas y, aleccionada por su madre, pidió la cabeza de Juan el Bautista. (Mt 14:1-13; Mr 6:17-29.)
6. Filipo el tetrarca. Hijo de Herodes el Grande y de su esposa Cleopatra de Jerusalén. Fue educado en Roma. Se casó con Salomé, la hija de Herodes Filipo y Herodías. Cuando murió su padre, César Augusto dividió el reino, y a Filipo le dio la tetrarquía de Iturea, Traconítide y otros distritos cercanos, así como una pensión anual de cien talentos. (Es posible que Iturea fuese añadida más tarde, y por eso Josefo no hace mención de ella.) Gobernó durante más de treinta años. Josefo dice: “Fue un hombre de carácter suave con sus súbditos y de ingenio apacible. Pasaba todo el año en el territorio que le pertenecía”. Josefo luego comenta que Filipo transportaba consigo el trono para poder juzgar sin demora las causas que se le presentaran dondequiera que estuviese. Murió en Julias y tuvo un entierro de gran pompa. Como no tuvo hijos, el emperador Tiberio añadió su tetrarquía a la provincia de Siria. (Antigüedades Judías, libro XVIII, cap. IV, sec. 6.)
El nombre de Filipo se menciona una vez en la Biblia con relación a la fecha del ministerio de Juan el Bautista. (Lu 3:1.) Este texto, junto con la información histórica acerca de los reinados de Augusto y Tiberio, muestra que el ministerio de Juan empezó en el año 29 E.C.
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