LA BIBLIA DICE: “Presta mucha atención a tu propio trabajo, porque entonces obtendrás la satisfacción de haber hecho bien tu labor y no tendrás que compararte con nadie” (Gálatas 6:4, Nueva Traducción Viviente).
¿CUÁL ES EL PROBLEMA? Que tendemos a compararnos con los demás: a veces con quienes tienen menos que nosotros, pero por lo general con quienes son más ricos, más fuertes o más hábiles. En cualquier caso, siempre nos perjudica. Podemos cometer el error de valorar la calidad de las personas solo por lo que tienen o por lo que hacen. Hasta es posible que fomentemos envidias o rivalidades (Eclesiastés 4:4).
¿CUÁL ES LA SOLUCIÓN? Aprender a vernos con los mismos ojos con que nos ve Jehová. Así aumentará nuestra autoestima. Según 1 Samuel 16:7, “el simple hombre ve lo que aparece a los ojos; pero en cuanto a Jehová, él ve lo que es el corazón”. En otras palabras, Dios no nos compara con nadie. Él nos valora por lo que ve en nuestro corazón, es decir, por lo que pensamos, sentimos y deseamos (Hebreos 4:12, 13). Sabe que tenemos limitaciones y quiere que las aceptemos. Las comparaciones nunca nos harán ningún bien: o nos creeremos mejores que los demás, o, al contrario, viviremos permanentemente frustrados. Nos conviene ser modestos y aceptar que siempre habrá alguien que nos supere en algo (Proverbios 11:2).
Entonces, ¿qué es lo que aumenta nuestro valor a los ojos de Dios? Por inspiración divina, el profeta Miqueas escribió: “Él te ha dicho, oh hombre terrestre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que Jehová está pidiendo de vuelta de ti sino ejercer justicia y amar la bondad y ser modesto al andar con tu Dios?” (Miqueas 6:8). Si seguimos este consejo, Dios cuidará de nosotros (1 Pedro 5:6, 7). ¿Acaso hay mayor motivo de satisfacción que ese?
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