NO SIEMPRE es fácil llegar a tiempo. A veces hay que viajar largas distancias. O quizás encontremos mucho tráfico o tengamos una agenda muy apretada. Con todo, la puntualidad es importante. En el campo laboral, generalmente se considera que las personas puntuales son confiables y trabajadoras. En cambio, quienes llegan tarde pueden influir negativamente en el trabajo de los demás, así como en la calidad de los productos y servicios. En la escuela, los estudiantes impuntuales suelen perder clases, lo cual retrasa su aprendizaje. Y presentarse tarde a una cita médica o dental puede afectar la calidad del tratamiento que uno reciba.
Sin embargo, en algunos lugares la puntualidad no se ve como algo tan necesario, y esa mentalidad podría afectarnos. Si ese es nuestro caso, debemos desarrollar el deseo de cambiar. Algo que nos ayudará a lograrlo es comprender el valor de la puntualidad. ¿Por qué debemos cultivar esta cualidad? ¿Cómo podemos hacerlo? ¿Qué beneficios obtendremos si aprendemos a llegar a tiempo?
Jehová es un Dios puntual
Unos cuatrocientos cincuenta años después, Jehová le aseguró al patriarca Abrahán que tendría un hijo por medio del cual vendría la Descendencia prometida (Gén. 17:15-17). ¿Cuándo nacería? “A este tiempo señalado el año próximo”, le dijo. ¿Se cumplieron sus palabras? La Biblia contesta: “Sara quedó encinta y entonces le dio a luz un hijo [llamado Isaac] a Abrahán, en la vejez de él, al tiempo señalado del cual le había hablado Dios” (Gén. 17:21; 21:2).
En la Biblia hay abundantes ejemplos de la puntualidad de Dios (Jer. 25:11-13; Dan. 4:20-25; 9:25). Por eso hacemos bien en mantenernos a la expectativa del día de juicio de Jehová, tal como nos exhortan las Escrituras. Aunque desde el punto de vista humano pareciera demorarse, se nos asegura que “no llegará tarde” (Hab. 2:3).
La puntualidad es esencial para servir a Dios
A fin de celebrar “las fiestas periódicas de Jehová”, los varones israelitas tenían que estar a tiempo en el lugar designado (Lev. 23:2, 4). Además, Dios estableció las horas a las que debían realizarse ciertos sacrificios (Éxo. 29:38, 39; Lev. 23:37, 38). ¿No indica esto que Jehová desea que sus siervos le sirvan con puntualidad?
En el siglo primero, el apóstol Pablo les explicó a los cristianos de Corinto cómo debían llevar a cabo sus reuniones. Entre otras instrucciones dio la siguiente: “Que todas las cosas se efectúen decentemente y por arreglo” (1 Cor. 14:40). En armonía con estas palabras, las reuniones debían comenzar a una hora fija. Y el punto de vista de Jehová sobre la puntualidad no ha cambiado (Mal. 3:6).
¿Por qué no ver las Escrituras aquí?
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