Nunca debemos subestimar la influencia que, para bien o para mal, tiene en nosotros la gente que nos rodea. Con frecuencia, las personas hacen cosas impensables influidas por la presión de grupo o, como dicen muchos, porque se juntaron con malas compañías. Desde luego, los resultados de juntarse con los “estúpidos” —como los llama el versículo antes citado— siempre son desastrosos.
Hay que aclarar que los “estúpidos”, en sentido bíblico, no son personas poco inteligentes, sino quienes pasan por alto los consejos de la Palabra de Dios. Así pues, seamos jóvenes o mayores, debemos buscar la amistad de personas que obedezcan los principios bíblicos. De lo contrario, podemos estar seguros de que nos “irá mal”.
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