“No proceda de la boca de ustedes ningún dicho corrompido, sino todo dicho que sea bueno para edificación.” (EFESIOS 4:29.)
EL HABLA es la hebra mágica que vincula a amigos, familiares y sociedades [...] Con el cerebro humano y las contracciones coordinadas de los músculos [de la lengua] producimos sonidos que inspiran amor, envidia, respeto... de hecho, cualquier emoción humana” (Hearing, Taste and Smell).
La lengua es mucho más que un simple órgano para comer o saborear; nos permite expresar nuestros pensamientos y sentimientos. “La lengua es un miembro pequeño [...] —escribió Santiago—. Con ella bendecimos a Jehová, sí, al Padre, y, no obstante, con ella maldecimos a hombres que han llegado a la existencia ‘a la semejanza de Dios’.” (Santiago 3:5, 9.) Sí, podemos dar buen uso a la lengua, como cuando alabamos a Jehová. Pero como somos imperfectos, es fácil utilizarla para hacer comentarios perjudiciales o negativos. Santiago escribió: “No es correcto, hermanos míos, que estas cosas sigan ocurriendo de esta manera”. (Santiago 3:10.)
Aunque ningún ser humano puede dominar la lengua perfectamente, sí debemos esforzarnos por mejorar a este respecto. El apóstol Pablo nos aconseja: “No proceda de la boca de ustedes ningún dicho corrompido, sino todo dicho que sea bueno para edificación según haya necesidad, para que imparta lo que sea favorable a los oyentes”. (Efesios 4:29.)
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