Todos necesitamos a alguien con quien compartir nuestros sentimientos. Nuestras alegrías se duplican cuando podemos compartirlas con un amigo. Nuestros pesares disminuyen cuando un amigo compasivo está dispuesto a escucharnos.
Sin embargo, una encuesta halló que la mayoría de las personas pueden contar a sus amigos verdaderos con los dedos de una mano. Peor aún, algunas personas no tienen amigos verdaderos. Estas viven una vida muy solitaria, y este problema ha alcanzado proporciones epidémicas.
Los problemas de la vida no son del todo tan agobiadores si no tenemos que enfrentarnos a ellos solos. “Un amigo es siempre afectuoso, y en tiempos de angustia es como un hermano.” (Pro. 17:17, Versión Popular)
¿Quién no ha pasado por esos “tiempos de angustia” o puede decir que no se enfrentará a ellos en el futuro? Pudieran surgir problemas serios y pudiéramos necesitar consejo. Un buen amigo pudiera ayudar. Podemos confiar en él, porque busca lo mejor para nosotros. También sabemos que los asuntos personales se mantendrán confidenciales.
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