Es fundamental reconocer el peligro de relacionarse estrechamente con el mundo, sobre todo con los que desprecian las normas piadosas. (Compárese con 1 Corintios 15:33.) No obstante, cuando la Biblia aconseja ‘obrar lo que es bueno para con todos’, la palabra “todos” incluye a los que no comparten la fe cristiana. (Gálatas 6:10.) Al parecer, los cristianos del siglo primero comían junto con los incrédulos en determinadas circunstancias. (1 Corintios 10:27.) Por consiguiente, los cristianos del día actual tratan a los incrédulos con equilibrio y los consideran su prójimo. (Mateo 22:39.)
Sería incorrecto dar por sentado que alguien es indecente o inmoral simplemente porque no conoce las verdades bíblicas. No todo el mundo es igual, y sus circunstancias tampoco lo son. Por lo tanto, cada cristiano debe decidir hasta qué grado restringirá su trato con los incrédulos. No obstante, sería innecesario y antibíblico que se aislara físicamente, como los anacoretas, o que se considerara superior, como los fariseos.
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