El relato de las tentaciones que sufrió Jesús encierra otra lección. Cuando Satanás se le acercó en el desierto, el Hijo de Dios llevaba cuarenta días sin comer. De seguro, el Diablo vio que era un “tiempo [muy] conveniente” para ponerlo a prueba (Luc. 4:13). Hoy hace lo mismo con nosotros: busca el momento más oportuno para ponernos a prueba y nos ataca cuando percibe que estamos más débiles.
El Diablo nos ataca cuando percibe que estamos más débiles. Por eso es imprescindible que nos mantengamos siempre espiritualmente fuertes. Cuando nos invade el cansancio o el desánimo, es más necesario que nunca rogarle a Jehová que nos proteja y nos dé su espíritu (2 Cor. 12:8-10).
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