El celo por tu casa me consumirá (Juan 2:17).
Al llegar a Jerusalén, Jesús se dirige al templo, y en el atrio de los gentiles encuentra “a los que vendían ganado vacuno y ovejas y palomas, y a los corredores de cambios”. Allí mismo hace un látigo de cuerdas y saca con él a los animales. Tira al suelo las monedas de los que cambiaban dinero y vuelca sus mesas, y les ordena a los vendedores de palomas que tomen sus cosas y se vayan (Juan 2:13-16). ¿Por qué reaccionó así Jesús? Porque apreciaba profundamente el templo. “¡Dejen de hacer de la casa de mi Padre una casa de mercancías!”, les dijo a los comerciantes. Al verlo, sus discípulos recordaron lo que siglos antes había escrito el salmista David: “El celo por tu casa me consumirá” (Juan 2:16, 17; Sal. 69:9). Hoy día, cada uno de los más de siete millones de cristianos que componemos el pueblo de Dios debemos preguntarnos: “¿Cómo puedo yo manifestar más celo por la casa de Jehová?”.
Monday, January 10
The zeal for your house will eat me up.—John 2:17.
In Jerusalem at the temple in the Court of the Gentiles, Jesus discovers “those selling cattle and sheep and doves and the money brokers in their seats.” Brandishing a whip made of ropes, he drives out all the animals. Jesus also pours out the coins of the money changers and overturns their tables. He orders those selling doves to take what they have and leave. (John 2:13-16) Jesus’ actions relate directly to his concern for the temple. “Stop making the house of my Father a house of merchandise!” he commands. As Jesus’ disciples observe these events, they recall the words penned centuries earlier by the psalmist David: “The zeal for your house will eat me up.” (John 2:16, 17; Ps. 69:9) In this 21st century, over seven million Christians manifest concern for God’s house. Individually, we may ask, ‘How can I increase my personal zeal for Jehovah’s house?’
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