Las palabras tienen un poder tremendo para sanar y bendecir,
y una fuerza terrible para causar daño y maldecir.
Nuestra intención lo determina todo.
Es por eso que es importante considerar
a la persona con la que estamos hablando
y saber dónde está nuestro corazón.
Hoy, piensa antes de hablar.
Controla y cuida cada palabra que salga de tu boca.
Usa tus palabras como una fuerza para ayudar a la gente.
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