“ser compasivos”
NUNCA tantos seres humanos han necesitado de forma tan desesperada ayuda compasiva para enfrentarse al hambre, las enfermedades, la pobreza, la delincuencia, las guerras civiles y los desastres naturales. La compasión implica comprender y sentir lástima por el sufrimiento o adversidad ajenos, así como tener el deseo de aliviarlos. Como el calor tibio y suave del sol primaveral, la compasión puede atenuar la angustia, aliviar el dolor y levantar el ánimo del afligido.
Podemos manifestar compasión mediante nuestros actos y palabras, cuidando de otros y estando a su disposición cuando nos necesitan. No sería bueno que fuéramos compasivos solo con nuestros familiares, amigos y conocidos; también deberíamos serlo con personas que ni siquiera conocemos. Jesucristo hizo la siguiente pregunta en el Sermón del Monte: “Si aman a los que los aman, ¿qué galardón tienen?”. Este hombre conocido por su gran compasión dijo además: “Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos” (Mateo 5:46-47) Porque si aman a los que los aman, ¿qué galardón tienen? ¿No hacen también la misma cosa los recaudadores de impuestos? 47 Y si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué cosa extraordinaria hacen? ¿No hace la misma cosa también la gente de las naciones?
(Mateo 7:12) ”Por lo tanto, todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos; esto, de hecho, es lo que significan la Ley y los Profetas.
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