Muchos salmos muestran lo abrumados que pueden sentirse los siervos de Dios al afrontar sus problemas. Asimismo contienen numerosas garantías de que Jehová escucha sus súplicas. Así lo ilustran las siguientes estrofas:
“En mi angustia seguí invocando a Jehová, y a mi Dios seguí clamando por ayuda. Desde su templo él procedió a oír mi voz, y mi propio clamor ante él por ayuda ahora entró en sus oídos.” (Sal. 18:6.)
“Jehová está cerca de los que están quebrantados de corazón; y salva a los que están aplastados en espíritu.”
(Sal. 34:18.)
“[Jehová] está sanando a los quebrantados de corazón, y está vendando sus [heridas].” (Sal. 147:3.)
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