Si queremos ser fieles a Jehová, debemos respetar sus normas y evitar la inmoralidad, tal como hizo Job, quien aseguró: “Un pacto he celebrado con mis ojos. Por eso, ¿cómo pudiera mostrarme atento a una virgen?”. Luego añadió: “Si mi corazón se ha dejado seducir hacia una mujer, y me quedé acechando al mismo paso de entrada de mi compañero, muela mi esposa para otro hombre, y sobre ella arrodíllense otros hombres” (Job 31:1, 9, 10).
Job estaba decidido a mantenerse íntegro, por lo que siempre evitó mirar con pasión a las mujeres. Como tenía esposa, no coqueteaba con las solteras ni buscaba relaciones románticas con las casadas. Siglos después, al pronunciar el Sermón del Monte, Jesús hizo una contundente afirmación sobre la inmoralidad sexual, una advertencia que los cristianos leales nunca debemos olvidar (léase Mateo 5:27, 28).
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