“Estas buenas nuevas.” (MATEO 24:14)
LOS cristianos deben predicar las “buenas nuevas del reino”, es decir, explicar a la gente que el Reino de Dios es un gobierno que regirá la Tierra con justicia. Y en la Biblia también se habla de “las buenas nuevas de salvación”, “las buenas nuevas de Dios” y “las buenas nuevas acerca de Jesucristo” (Salmo 96:2; Romanos 15:16; Marcos 1:1). Entonces, ¿qué son las buenas nuevas?
En pocas palabras, abarcan las enseñanzas que transmitió Jesús y sobre las cuales escribieron sus discípulos. Antes de subir al cielo, Jesús mandó a sus seguidores: “Vayan [...] y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo, enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado” (Mateo 28:19, 20). Así que además de hablarles a las personas sobre el Reino, el verdadero cristiano debe esforzarse por formar nuevos discípulos de Cristo.
¿Cumplen las iglesias con esta responsabilidad? Difícilmente podrían. Para poder enseñar sobre el Reino, tendrían que entender lo que es, pero la realidad es que ni siquiera sus líderes lo tienen claro. Por eso, muchos sacerdotes y pastores se limitan a predicar mensajes basados en el perdón y la fe en Cristo para hacer sentir bien a sus feligreses. Asimismo, a fin de ganar adeptos, un sinnúmero de iglesias dedican su tiempo y recursos al trabajo social y a la construcción de hospitales, colegios y albergues para los pobres. Su labor tal vez consiga llenar los templos, pero no logra lo realmente importante: que sus feligreses aprendan a vivir en conformidad con las enseñanzas de Cristo.
Cierto teólogo señaló: “Dentro del mundo cristiano, pocos estudiosos o eclesiásticos niegan que es nuestro deber hacer nuevos discípulos de Jesús, enseñándoles a obedecer sus mandatos. [...] Después de todo, Jesús dejó instrucciones muy claras a este respecto. Pero nosotros sencillamente no lo hacemos. Y si lo intentamos, no le ponemos mucho empeño. Lo que es más, parece que ni siquiera sabemos cómo se hace”.
En una encuesta que realizó la revista U.S. Catholic entre un grupo de católicos estadounidenses, el 95% reconoció que predicar las buenas nuevas era una obligación cristiana. Pero casi todos afirmaron que la mejor manera de hacerlo no es hablando a la gente, sino sencillamente dando un buen ejemplo. Uno de los entrevistados señaló: “Predicar el evangelio es algo más que hablar y hablar; hay que vivirlo”. La revista explicó que muchos no dan testimonio de su fe debido a “la mala imagen que la Iglesia se ha hecho últimamente con sus escándalos sexuales y con sus polémicas doctrinas”.
Por su parte, un obispo metodista se quejó de la situación que existe en sus iglesias: reinan las discusiones y la confusión, nadie tiene el valor de acometer su misión cristiana y muchos feligreses han adoptado los mismos valores que la sociedad en general. Frustrado, preguntó: “¿Quién va a asumir la responsabilidad de llevar el evangelio del Reino?”.
El obispo no tenía la respuesta, pero esta sí existe.
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