“Fe es la expectativa segura de cosas esperadas, la demostración evidente de realidades aunque no se contemplan” (Heb. 11:1). La fe verdadera no es credulidad, es decir, el estar presto a creer algo sin que haya prueba sólida, o sencillamente porque uno quiera que así sea.
La fe genuina requiere que se tenga conocimiento básico o fundamental, que se conozcan los hechos y que se muestre aprecio sincero, del corazón, por lo que los hechos indican. Así, aunque es imposible tener verdadera fe sin conocimiento exacto, la Biblia dice que es “con el corazón” con lo que se ejerce fe. (Rom. 10:10.)
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