Mientras Salomón mantuvo un “corazón obediente”, cosa en la que se interesó al principio, tuvo el favor de Jehová y prosperó. Pero la desastrosa parte final de su vida demuestra que el conocimiento, la gran habilidad o el poder, las riquezas y la fama no son las cosas más importantes, y que el apartarse de Jehová significa abandonar la sabiduría.
El propio consejo de Salomón resultó ser cierto: “Más que todo lo demás que ha de guardarse, salvaguarda tu corazón, porque procedentes de él son las fuentes de la vida”. (1Re 3:9; Pr 4:23.)
Su caso ilustra lo traicionero y desesperado que es el corazón del hombre pecaminoso; pero aún más, muestra que los mejores corazones pueden ser seducidos si no se mantienen bajo constante vigilancia. El amar lo que Jehová ama y odiar lo que odia, el buscar constantemente su guía y hacer lo que le agrada es una protección segura. (Jer 17:9; Pr 8:13; Heb 1:9; Jn 8:29.)
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