(Salmo 1:1–24:10)
Tras declararse feliz al hombre que se deleita en la ley de Jehová en el primer Salmo, el segundo entra de lleno en el tema del Reino. En esta colección de salmos predominan los ruegos a Dios, como ilustran los Salmos 3 a 5, 7, 12, 13 y 17, en los que el autor pide que lo libren de sus enemigos. En el Salmo 8 se destaca la grandeza de Jehová al contrastarlo con el insignificante ser humano.
David presenta a Jehová como el Protector de su pueblo cuando canta: “Mi Dios es mi roca. En él me refugiaré” (Salmo 18:2). A continuación, pasa a alabarlo por sus diversas facetas como Creador y Legislador en el Salmo 19, como Salvador en el Salmo 20, y como Salvador de su Rey ungido en el Salmo 21. En el Salmo 23 lo presenta como el Gran Pastor, y en el Salmo 24, como a un Rey glorioso.
No comments:
Post a Comment