El hecho de que se contestan las oraciones apropiadas es una verdad bíblica aceptada. Sin embargo, la Biblia aclara con igual énfasis que no todas las oraciones reciben respuesta.
Muchas personas oran por razones equivocadas... para ganar un premio en una rifa o en una competencia, o para ganar una apuesta o una competencia deportiva. ¿Es de asombrarse el que esas oraciones no se contesten?
El discípulo Santiago nos recuerda: “Sí piden, y sin embargo no reciben, porque piden con un propósito malo, para gastarlo en los deseos vehementes que tienen de placer sensual.”—Sant. 4:3.
Los practicantes de religiones no bíblicas frecuentemente consideran que su adoración es una especie de “magia” que logra que su dios haga cualquier cosa que el adorador quiere. Pero el Creador no es como el legendario genio de la lámpara de Aladino, que está atento para cumplir la orden del hombre.
Es cierto, por supuesto, que Jesús les dijo a sus seguidores: “Si le piden alguna cosa al Padre se la dará en mi nombre.” (Juan 16:23) Sin embargo, Jesús les estaba hablando a sus seguidores. Las cosas que ellos pedirían estaban limitadas por lo que habían aprendido de él, y por lo que conocían de los propósitos de Dios.
“Alguna cosa” claramente no incluía cosas que ellos sabían, o tenían razón para creer, que no eran del agrado de Dios, o cosas que no estaban en armonía con Su voluntad. Si nuestras peticiones han de ser concedidas, tienen que agradar a Dios. No debemos pedir cosas injustas, o contrarias a la voluntad revelada de Dios. El apóstol Juan declaró: “Esta es la confianza que tenemos para con él, que, no importa qué sea lo que pidamos conforme a su voluntad, él nos oye.”—1 Juan 5:14.
Pero, en algunas ocasiones, hasta las oraciones que los siervos de Dios hacen no son contestadas. La oración de Moisés para entrar en la tierra de Canaán no lo fue. La oración del rey David a favor del hijo de Bat-seba no fue escuchada. La oración del apóstol Pablo para ser librado de la “espina en la carne” no fue contestada. ¡Para que sean oídas, las oraciones tienen que estar en armonía con los propósitos de Dios! Así es que, aun el no entender el propósito de Dios en un asunto puede resultar en que una oración no sea contestada.—Deu. 3:23-27; 2 Sam. 12:16, 22; 2 Cor. 12:7-9.
Para que las oraciones sean aceptables a Dios, hay que hacerlas por el conducto que él reconoce. Jesús dijo: “Nadie viene al Padre sino por mí.” Jesús también dijo que las oraciones se deben presentar ‘en su nombre.’ (Juan 14:6; 16:23) Por lo tanto, nuestras oraciones deberían reconocer que el valor del sacrificio de la propia vida humana de Jesús hace posible que nos acerquemos a Dios en oración, y que hay “un solo mediador entre Dios y los hombres, un hombre, Cristo Jesús.”—1 Tim. 2:5.
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