Cuando llega a su lado observa que lo que trae en su mano es un vaso de agua bien fresca, lo nota por lo empañado del vidrio y hasta observa los cubitos de hielo flotando, le dice que se lo va a dar y entonces usted ya agradece con una gran sonrisa, pero el hombre lo arroja justo en medio de su cara: ¿era lo que usted necesitaba? Sí, pero ¿era en la forma en que lo necesitaba? Bueno de la misma manera puede ocurrir si no usamos el “tacto” adecuado a la hora de aconsejar a un hermano. Quizás el consejo (el material) sea lo que necesite el hermano, pero si se lo decimos sin el tacto preciso puede que se lo estemos “arrojando en la cara” y no solo ofenderemos al hermano si no que ahora empeoremos la cosas.
“Existe el que habla irreflexivamente como con las estocadas de una espada, pero la lengua de los sabios es una curación”. (Proverbios 12:18)
“Muerte y vida están en el poder de la lengua, y el que la ama comerá su fruto”. (Proverbios 18:21)
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