Además de orar por nosotros mismos, debemos orar por nuestros hermanos, incluso por los que no conocemos personalmente. Aunque es probable que Pablo no conociera a todos los cristianos de Colosas, dijo lo siguiente: “Damos gracias a Dios el Padre de nuestro Señor Jesucristo siempre que oramos por ustedes, puesto que oímos de su fe relacionada con Cristo Jesús y del amor que les tienen a todos los santos” (Col. 1:3, 4). Pablo también oró a favor de los cristianos de Tesalónica (2 Tes. 1:11, 12). Ese tipo de oraciones revelan mucho sobre nosotros y sobre la manera en que vemos a los hermanos.
Las oraciones que hacemos a favor de los hermanos, sean ungidos o miembros de las “otras ovejas”, demuestran lo importante que es para nosotros la organización de Dios (Juan 10:16). Pablo les pidió a los cristianos de Éfeso que oraran por él a fin de que Jehová le concediera la “capacidad para hablar” y dar a conocer “el secreto sagrado de las buenas nuevas” (Efe. 6:17-20). ¿Tiene usted la costumbre de orar por sus hermanos?
Orar por los demás puede hacer que cambie nuestra actitud hacia ellos. Si hay algún hermano que no nos cae muy bien, ¿verdad que no es posible orar por él y al mismo tiempo tratarlo mal? (1 Juan 4:20, 21.) Como vemos, esta clase de oraciones son muy beneficiosas y promueven la unidad. Además, demuestran que tenemos un amor como el de Cristo (Juan 13:34, 35).
Ese amor es parte del fruto del espíritu santo. ¿Le pedimos su espíritu santo a Jehová? ¿Le solicitamos que nos ayude a tener amor, gozo, paz, gran paciencia, bondad, benignidad, fe, apacibilidad y autodominio? (Luc. 11:13; Gál. 5:22, 23.) Si así es, nuestras palabras y acciones demostrarán que estamos andando y viviendo por espíritu (léase Gálatas 5:16, 25).
También es muy necesario que los padres oren por sus hijos. Por ejemplo, si un padre se entera de que sus hijos se sienten tentados a copiar en los exámenes, puede orar por ellos y ayudarlos con la Biblia a ver la importancia de ser honrados y no ceder a la tentación. Pablo les dijo a los corintios: “Oramos a Dios [para] que no hagan ustedes nada malo” (2 Cor. 13:7).
Orar con humildad a favor de otras personas agrada a Jehová y demuestra la clase de personas que somos (léase Proverbios 15:8). Asimismo, podemos pedirles a los demás que oren por nosotros, tal como hizo Pablo. Él escribió: “Ocúpense en orar por nosotros, porque confiamos en que tenemos una conciencia honrada, puesto que deseamos comportarnos honradamente en todas las cosas” (Heb. 13:18).
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