No basta con que el siervo de Jehová sea “inocente de manos”; también debe mantenerse “limpio de corazón” (Sal. 24:3, 4). El problema es que cada vez es más difícil conseguirlo, pues tenemos una gran lucha contra Satanás y su mundo, así como contra nuestra propia imperfección. Para no alejarnos de Jehová es esencial que reconozcamos el valor de “la pureza de corazón” y que nos esforcemos por nunca perderla. Así nos protegeremos y evitaremos que se dañe nuestra amistad con Dios. Pero ¿qué debemos hacer para mantener puro el corazón?
En Hebreos 3:12 leemos esta advertencia: “Cuidado, hermanos, por temor de que alguna vez se desarrolle en alguno de ustedes un corazón inicuo y falto de fe al alejarse del Dios vivo”. No es posible que un corazón sea puro y al mismo tiempo “falto de fe”. Por eso, Satanás intenta a toda costa destruir nuestra fe en Jehová. ¿De qué manera? Entre otras cosas, promoviendo ideas erróneas como la teoría de la evolución y el relativismo moral y religioso, y sembrando dudas sobre la inspiración de la Biblia. No podemos dejar que esas ideologías mortíferas influyan en nosotros (Col. 2:8). Uno de los principales escudos contra esos ataques es la lectura diaria de la Biblia y la meditación. Si conocemos a fondo las Santas Escrituras, crecerá nuestro amor por Jehová y comprenderemos mejor su manera de tratar con la humanidad. Solo así conseguiremos rechazar los argumentos engañosos y mantener una fe sólida, la cual nos ayudará, a su vez, a mantener puro el corazón (1 Tim. 1:3-5).
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