Tocante a los adoradores verdaderos y los falsos, Jesucristo dijo a sus seguidores: “Nunca se recogen uvas de espinos o higos de cardos, ¿verdad? Así mismo, todo árbol bueno produce fruto excelente, pero todo árbol podrido produce fruto inservible; un árbol bueno no puede dar fruto inservible, ni puede un árbol podrido producir fruto excelente. [...] Realmente, pues, por sus frutos reconocerán a aquellos hombres”. De modo que los verdaderos adoradores se reconocerían por sus frutos, sus obras. ¿Cuáles son esos frutos? (Mateo 7:16-20.)
En primer lugar, la adoración verdadera une a los creyentes en un vínculo de amor. Jesús explicó a sus discípulos: “Les doy un nuevo mandamiento: que se amen unos a otros; así como yo los he amado, que ustedes también se amen los unos a los otros. En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre sí”. Los auténticos seguidores de Cristo se tienen amor, un amor tan grande que a los ojos de todos queda claro que ellos son los que practican la religión verdadera (Juan 13:34, 35).
No comments:
Post a Comment