“FELICES son los pacíficos,” dijo Jesucristo en su Sermón del Monte. (Mat. 5:9) Los pacíficos trabajan duro para mantener buenas relaciones con otras personas. Pagan bondad por el mal y evitan las riñas. (Rom. 12:17, 18) Promueven la paz por su actitud, palabra y acción. Por lo tanto, realmente son “pacificadores” que se esfuerzan por ayudar a otras personas a disfrutar de paz con Dios y con su semejante.
Entonces, ¿por qué se puede decir que los pacificadores tienen que estar bien armados? Porque hay poderosos enemigos que están resueltos a destruirlos en su calidad de personas espirituales. Con relación a estos enemigos y a la pelea del cristiano contra éstos, el apóstol Pablo escribió: “Tenemos una lucha, no contra sangre y carne, sino contra los gobiernos, contra las autoridades, contra los gobernantes mundiales de esta oscuridad, contra las fuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales.” (Efe. 6:12) De modo que nuestra pelea es contra los satánicos poderes de la oscuridad, el Diablo y sus demonios. Armas físicas y una armadura literal no serían de ningún valor en una batalla contra esos espíritus sobrehumanos.
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