“FELICES son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual”, dijo Jesucristo. (Mateo 5:3.) Contrario a la sabiduría convencional, Jesús indicó que el ingrediente básico para triunfar en la búsqueda de la felicidad consiste en satisfacer la necesidad espiritual antes que los deseos materiales. Sus palabras son, cuando se siguen, garantía de felicidad.
Sin embargo, ser conscientes de nuestra necesidad espiritual implica más que sencillamente reconocer que la tenemos. Una necesidad que no se satisface es más un motivo de angustia y resentimiento que de felicidad. Como lo expresa un proverbio bíblico, “la expectación pospuesta enferma el corazón”. (Proverbios 13:12.) Por lo tanto, la felicidad se hace plena cuando uno averigua cuál es su necesidad espiritual y la atiende. ¿De qué manera podemos hacerlo?
Aquí es donde entra en juego la Biblia. ¿Por qué? Porque solo ella puede contestar las preguntas que durante largo tiempo se han formulado muchas personas sin hallar respuestas satisfactorias. Por ejemplo, ¿se ha preguntado alguna vez cuál es el propósito de la vida, por qué existe el hombre en la Tierra o qué nos deparará el futuro? Además de responder de manera satisfactoria a estas y otras tantas cuestiones, la Biblia suministra pautas para la vida que han ayudado a millones de individuos a afrontar los problemas complejos que se nos plantean hoy y que a menudo estorban nuestra búsqueda de la felicidad. “[La] palabra [de Dios] es una lámpara para mi pie, y una luz para mi vereda”, dice el salmista. (Salmo 119:105.) Efectivamente, la Biblia es una guía segura que le puede ayudar en la búsqueda de la felicidad.
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