“Para todo hay un tiempo señalado, aun un tiempo para todo asunto bajo los cielos.” (ECLESIASTÉS 3:1.)
LA GENTE suele decir: “Debí hacerlo antes”. O, posiblemente con la perspectiva del tiempo transcurrido: “Debí haber esperado”. Tales reacciones demuestran la dificultad que tiene el ser humano imperfecto de determinar el momento preciso en el que debe actuar. Esta limitación ha roto relaciones. Ha causado desilusión y frustración. Y peor aún, ha debilitado la fe de algunas personas en Jehová y en su organización.
Puesto que Jehová tiene la sabiduría y la comprensión que le falta al ser humano, es capaz de preconocer, si así lo desea, el resultado de todas las acciones. Puede saber “desde el principio el final” (Isaías 46:10). De manera que le es posible escoger infaliblemente el tiempo más oportuno para hacer todo cuanto desea. Por lo tanto, en vez de confiar en nuestro imperfecto sentido del tiempo, es prudente que aceptemos los tiempos señalados que Jehová ha determinado.
Por ejemplo, los cristianos maduros esperan lealmente el tiempo señalado de Jehová para el cumplimiento de ciertas profecías bíblicas. Se mantienen ocupados en su servicio, siempre teniendo bien presente el principio de Lamentaciones 3:26: “Bueno es que uno espere, aun callado, la salvación de Jehová” (compárese con Habacuc 3:16). Al mismo tiempo, están convencidos de que la ejecución de la sentencia anunciada por Jehová, “aun si tardara, [...] sin falta se realizará. No llegará tarde” (Habacuc 2:3).
El sabio rey Salomón habló de veintiocho diferentes actividades, cada una de las cuales tiene su “tiempo señalado” (Eclesiastés 3:1-8). Entender el significado y las implicaciones de lo que Salomón dijo nos ayudará a determinar, según el punto de vista de Dios, cuál es el tiempo debido y el indebido para ciertas acciones (Hebreos 5:14). Así podremos moldear nuestra vida en consecuencia.
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