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Sunday, May 9, 2010

Ayude a las “ovejas” en peligro¡¡


Ayude a las “ovejas” en peligro¡¡  
        
1 Al mirar a su alrededor en el Salón del Reino, ¿puede usted pensar en algunos hermanos y hermanas a quienes no ha visto desde hace mucho? ¿Sabe usted por qué no están asistiendo a las reuniones o participando en el servicio del campo? Tal vez estén agobiados por graves problemas de familia o de salud, o se sientan heridos debido a diferencias de personalidad, o por alguna otra razón estén deprimidos y desanimados. O, quizás alguien que en un tiempo se asociaba con los testigos cristianos de Jehová se haya mudado a su zona, pero no ha asistido a ninguna reunión en la nueva localidad.
2 ¿Cuál debe ser nuestra actitud para con estos hermanos y hermanas? Debe ser como la actitud que se expresa en la ilustración de Jesucristo en Mateo 18:12, 13. El pastor estuvo dispuesto a dejar su rebaño para buscar diligentemente a la oveja que se había descarriado. Expresando el punto de vista de Jehová de las “ovejas” descarriadas, Jesús declaró: “No es cosa deseable a mi Padre que está en el cielo el que uno de estos pequeños perezca.” (Mat. 18:14) Seguramente, pues, queremos estar en armonía con Jehová, haciendo todo lo que podamos para ayudar a las “ovejas” descarriadas a volver a asociarse con la congregación, el rebaño.
3 En su estado debilitado, las “ovejas” descarriadas necesitan prueba de que nosotros, hermanos y hermanas, las amamos. Una llamada telefónica o una visita hecha, no solamente por un sentido del deber, sino porque verdaderamente nos interesamos en ellos puede ser muy eficaz para reanimarlos. El que usted sencillamente les diga que deben ir a las reuniones y participar en el servicio del campo no sería precisamente animador. De hecho, pudiera ser otra causa de desaliento. Al hablar con ellos sea tan afectuoso y amigable como lo sería con parientes carnales a quienes usted ama profundamente. Sobre todo, esfuércese por escuchar bien y mostrar entendimiento. Usted pudiera compartir con ellos una experiencia edificante, o invitarlos a ir a su hogar para una comida y para pasar una tarde o noche de asociación edificante. Si usted puede lograr que ellos lo acompañen a una reunión o en alguna actividad del servicio esto pudiera ser muy eficaz para edificarlos. De alguna manera pase algún tiempo con ellos. Por medio de obrar de modo natural, expresándose sinceramente, usted estará mostrando que se interesa en ellos como amados hermanos o hermanas.—1 Tes. 5:14, 15.
4 Verdaderamente en este tiempo del fin necesitamos a los que están relacionados con nosotros en la fe. Por lo tanto, ¡que continuemos pensando en cuanto a lo que podemos hacer para animar a nuestros hermanos, orando por ellos e interesándonos genuinamente en aquellos que quizás se estén perdiendo la necesaria asociación con el rebaño!
 alrededor en el Salón del Reino, ¿puede usted pensar en algunos hermanos y hermanas a quienes no ha visto desde hace mucho? ¿Sabe usted por qué no están asistiendo a las reuniones o participando en el servicio del campo? Tal vez estén agobiados por graves problemas de familia o de salud, o se sientan heridos debido a diferencias de personalidad, o por alguna otra razón estén deprimidos y desanimados. O, quizás alguien que en un tiempo se asociaba con los testigos cristianos de Jehová se haya mudado a su zona, pero no ha asistido a ninguna reunión en la nueva localidad.
2 ¿Cuál debe ser nuestra actitud para con estos hermanos y hermanas? Debe ser como la actitud que se expresa en la ilustración de Jesucristo en Mateo 18:12, 13. El pastor estuvo dispuesto a dejar su rebaño para buscar diligentemente a la oveja que se había descarriado. Expresando el punto de vista de Jehová de las “ovejas” descarriadas, Jesús declaró: “No es cosa deseable a mi Padre que está en el cielo el que uno de estos pequeños perezca.” (Mat. 18:14) Seguramente, pues, queremos estar en armonía con Jehová, haciendo todo lo que podamos para ayudar a las “ovejas” descarriadas a volver a asociarse con la congregación, el rebaño.
3 En su estado debilitado, las “ovejas” descarriadas necesitan prueba de que nosotros, hermanos y hermanas, las amamos. Una llamada telefónica o una visita hecha, no solamente por un sentido del deber, sino porque verdaderamente nos interesamos en ellos puede ser muy eficaz para reanimarlos. El que usted sencillamente les diga que deben ir a las reuniones y participar en el servicio del campo no sería precisamente animador. De hecho, pudiera ser otra causa de desaliento. Al hablar con ellos sea tan afectuoso y amigable como lo sería con parientes carnales a quienes usted ama profundamente. Sobre todo, esfuércese por escuchar bien y mostrar entendimiento. Usted pudiera compartir con ellos una experiencia edificante, o invitarlos a ir a su hogar para una comida y para pasar una tarde o noche de asociación edificante. Si usted puede lograr que ellos lo acompañen a una reunión o en alguna actividad del servicio esto pudiera ser muy eficaz para edificarlos. De alguna manera pase algún tiempo con ellos. Por medio de obrar de modo natural, expresándose sinceramente, usted estará mostrando que se interesa en ellos como amados hermanos o hermanas.—1 Tes. 5:14, 15.
4 Verdaderamente en este tiempo del fin necesitamos a los que están relacionados con nosotros en la fe. Por lo tanto, ¡que continuemos pensando en cuanto a lo que podemos hacer para animar a nuestros hermanos, orando por ellos e interesándonos genuinamente en aquellos que quizás se estén perdiendo la necesaria asociación con el rebaño!

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