Ahora bien, no es el propósito de Jehová que lo adoren personas que afirmen creer en él pero sigan dedicándose a sus propios intereses. Dios desea, por el contrario, que obtengamos “conocimiento exacto de su voluntad” y lo reflejemos en nuestra vida (Colosenses 1:9, 10). Por consiguiente, quien aprende las enseñanzas básicas de la Biblia y es agradecido se resuelve a progresar hasta alcanzar la madurez cristiana. Su deseo es conocer a Jehová más íntimamente, aumentar y profundizar el entendimiento de Su Palabra y aplicarla más de lleno. Procura manifestar las cualidades de nuestro Padre celestial y ver las cosas igual que él. Como consecuencia, se siente impulsado a buscar formas de participar en la obra salvadora que se lleva a cabo hoy día en la Tierra bajo Su dirección. ¿Es ese su deseo también? (Marcos 13:10; Hebreos 5:12–6:3.)
La Biblia muestra que quienes sirven a Jehová han de constituir un pueblo unido (Efesios 4:1-3). Su unidad debe ser ya un hecho, aunque vivamos en un mundo dividido y todavía luchemos con nuestra imperfección. Jesús pidió con fervor a Dios que todos sus discípulos fueran uno, que disfrutaran de verdadera unidad. ¿Qué implicaba eso? En primer lugar, que tuvieran una buena relación con Jehová y su Hijo, y en segundo lugar, que estuvieran unidos entre sí (Juan 17:20, 21). La congregación cristiana es la organización mediante la cual Jehová instruye a su pueblo con ese fin.
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