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Sunday, June 26, 2011

David no tenía miedo


 

¿HAS sentido alguna vez miedo de algo?... Bueno, eso es normal. ¿Y qué puedes hacer cuando estás asustado?... Puedes pedirle ayuda a alguien que sea más grande y más fuerte, como tu papá o tu mamá. Pero hay alguien más a quien puedes acudir. ¿Te gustaría saber quién es? Vamos a fijarnos en la historia del joven David. En una ocasión, él le dirigió a Dios estas palabras: ‘Yo confiaré en ti’. Y luego dijo: “En Dios he cifrado mi confianza; no tendré miedo” (Salmo 56:3, 4).
 

¿Quién enseñó a David a no tener miedo? ¿Crees que lo aprendió de sus padres?... Seguramente sí. Su padre, Jesé, fue un fiel antepasado del prometido “Príncipe de Paz”, Jesucristo (Isaías 9:6; 11:1-3, 10). 

Además, David tenía un abuelo que se llamaba Obed. ¿Y a que no sabes quién era la madre de Obed? En la Biblia hay un libro que lleva su nombre. ¿Ya sabes de quién se trata?... De Rut, una fiel mujer que estaba casada con Boaz (Rut 4:21, 22).
 

Claro, David no conoció ni a Rut ni a Boaz, pues murieron mucho antes de que él naciera. Tampoco conoció a su tatarabuela —la madre de Boaz—, una mujer de la que tal vez hayas oído hablar. Ella fue quien ayudó a esconderse a unos espías israelitas en Jericó. Y cuando los muros de la ciudad cayeron, toda su familia se salvó gracias a que ella siguió las instrucciones de los espías y colgó un cordón rojo de su ventana. 

¿Recuerdas su nombre?... Era Rahab. La Biblia explica que llegó a formar parte del pueblo de Jehová. Además, la pone como ejemplo de valentía que todos los cristianos debemos imitar (Josué 2:1-21; 6:22-25; Hebreos 11:30, 31).
 

Con toda seguridad, los padres de David le hablaron desde niño de estos antepasados suyos que sirvieron fielmente a Jehová, pues eso era lo que debían hacer todos los padres con sus hijos (Deuteronomio 6:4-9). 

Y aunque David era el hijo menor de Jesé, fue el que Jehová eligió mediante el profeta Samuel para ser el futuro rey de Israel (1 Samuel 16:4-13).
 

Pues bien, cierto día Jesé le pidió a David que llevara comida a sus tres hermanos mayores, que estaban luchando contra los enemigos del pueblo de Dios, los filisteos. Cuando David llegó, se acercó al frente de batalla y escuchó cómo el gigante Goliat desafiaba a “las líneas de batalla del Dios vivo”. Pero nadie se atrevía a pelear con él. ¡Todos estaban muertos de miedo! Entonces, David mismo se ofreció a luchar contra él. Cuando el rey Saúl se enteró, lo mandó llamar. Al ver que era muy joven, no quiso dejarlo ir. Le dijo: “Solo eres un muchacho”.
 

David le explicó que él ya había matado a un león y a un oso que habían atacado a su rebaño, y luego le aseguró que Goliat terminaría igual que ellos. Ante eso, Saúl respondió: “Ve, y que Jehová mismo resulte estar contigo”. Así que David buscó cinco piedras lisas, las metió en su bolsa, tomó su honda y se fue a pelear con el gigante. Cuando Goliat vio acercarse a aquel jovencito, lo amenazó: “Ven a mí, y ciertamente daré tu carne a las aves”. Pero David respondió: “Voy a ti con el nombre de Jehová”. Y añadió: “Ciertamente te derribaré”.
 

Entonces David corrió hacia Goliat, sacó una piedra, la puso en la honda y se la lanzó. ¡Le dio justo en la frente! Cuando los filisteos vieron que lo había matado, se aterrorizaron y salieron huyendo. Los israelitas los persiguieron y ganaron la batalla. ¿Quieres leer este relato bíblico con tu familia? Se encuentra en 1 Samuel 17:12-54.
 

A tu edad puede ser que alguna vez sientas miedo de obedecer algún mandato bíblico. A Jeremías le pasó algo parecido cuando era joven. Dios le encargó que fuera a predicar, pero él no se atrevía. Así que Jehová lo tranquilizó y, para que no tuviera miedo, le dijo estas palabras: “Yo estoy contigo”. ¿Sabes qué hizo Jeremías? Se armó de valor y cumplió con el mandato de Dios. Si tú también confías en Jehová, como hicieron David y Jeremías, podrás vencer cualquier miedo que tengas (Jeremías 1:6-8).

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