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Sunday, June 19, 2011

El espíritu santo y el espíritu del mundo


 

 La dádiva del espíritu santo no era solo para los cristianos del siglo primero. Hoy también contamos con esa ayuda. El espíritu de Dios nos puede dar las fuerzas para obrar bien y para estar activos en su servicio (Rom. 12:11; Fili. 4:13). También puede producir en nosotros cualidades como el amor, la benignidad y la bondad, que son aspectos del “fruto del espíritu” (Gál. 5:22, 23). Claro está, Jehová no obliga a nadie a recibir el espíritu santo.
 

 Sería razonable que todos nos preguntáramos lo que podemos hacer para recibir el espíritu santo. Hay varias cosas, como bien indica la Biblia. Una muy importante, y simple a la vez, es pedírselo a Dios (léase Lucas 11:13). Otra muy útil es estudiar la Palabra de Dios, inspirada por su espíritu, y poner en práctica sus consejos (2 Tim. 3:16). 

Desde luego, no todo el que lee la Biblia sin más recibe el espíritu de Dios. Pero cuando un cristiano sincero la estudia, logra asimilar los sentimientos y el punto de vista que se reflejan en ella. Otro factor fundamental es que aceptemos a Jesús como representante nombrado por Jehová y como aquel mediante el que Dios envía su espíritu (Col. 2:6). De modo que tenemos que seguir el ejemplo de Jesús y adaptar nuestra vida a sus enseñanzas (1 Ped. 2:21). Cuanto más nos esforcemos por ser como Cristo, más espíritu santo recibiremos.
 

 El espíritu del mundo, en cambio, impulsa a la gente a reflejar la personalidad de Satanás (léase Efesios 2:1-3). La influencia de ese espíritu se manifiesta de múltiples maneras y se nota en todas partes. Fomenta la rebelión contra las normas divinas, así como “el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno” (1 Juan 2:16). 

Impulsa a practicar obras de la carne, como fornicación, idolatría, espiritismo, celos, arrebatos de cólera y borrachera (Gál. 5:19-21). Y promueve la palabrería apóstata que viola lo que es santo (2 Tim. 2:14-18). El resultado inevitable es que cuanto más se deje uno influenciar por el espíritu del mundo, más se parecerá a Satanás.
 

 Toda persona debe decidir si va a dejar que el espíritu santo rija su vida, o si, por el contrario, va a permitir que la rija el espíritu del mundo. Quienes están dominados por el espíritu del mundo pueden liberarse de su influencia y aceptar la guía del espíritu santo. 

Sin embargo, también es posible que suceda a la inversa. Quienes llevan tiempo guiándose por el espíritu santo pueden ser entrampados por el espíritu del mundo (Fili. 3:18, 19). Veamos, pues, cómo resistir el espíritu del mundo.

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