¿Conoce bien el Sermón del Monte? Si lo desea, puede repasarlo en los Evangelios de Mateo y Lucas (Mateo 5:1–7:29; Lucas 6:20-49). Aunque solo toma veinte minutos leerlo, contiene más de veinte citas de las Escrituras Hebreas y más de cincuenta figuras retóricas. De estas últimas, hay una que se destaca por ser la que Jesús usó para concluir su sermón: la historia de dos hombres y sus casas. Analicémosla para ver qué necesitamos hacer a fin de mantenernos fieles, sean cuales sean las pruebas de fe que se nos presenten.
“A todo el que oye estos dichos míos y los hace —empieza Jesús— se le asemejará a un varón discreto, que edificó su casa sobre la masa rocosa. Y descendió la lluvia y vinieron las inundaciones y soplaron los vientos y dieron con ímpetu contra aquella casa, pero no se hundió, porque había sido fundada sobre la masa rocosa.
Además, a todo el que oye estos dichos míos y no los hace se le asemejará a un varón necio, que edificó su casa sobre la arena. Y descendió la lluvia y vinieron las inundaciones y soplaron los vientos y dieron contra
aquella casa, y se hundió, y fue grande su desplome.” (Mateo 7:24-27.)
El hombre que “cavó y ahondó”
Examinemos más de cerca este relato para averiguar qué quería enseñar Jesús. ¿Qué se dice de las casas? Ambas fueron castigadas por los elementos. Tal vez tenían un aspecto similar y hasta estaban situadas en un lugar semejante, puede que muy cercanas entre sí. Pero una se edificó sobre arena, y la otra sobre roca.
¿A qué se debe esta diferencia? A que, como indica el Evangelio de Lucas, el varón discreto actuó con prudencia y “cavó y ahondó” para llegar a una capa de roca (Lucas 6:48). Por eso, su casa no se desplomó.
¿Cuál era el objetivo de este relato? Jesús no quería destacar la apariencia externa de las casas ni su ubicación, ni siquiera la fuerza de los elementos. Más bien, quería resaltar las acciones de los constructores: uno cavó profundamente para colocar bien los cimientos, y el otro no. ¿Cómo puede usted imitar al hombre prudente y colocar bien los cimientos de su fe? El propio Jesús lo explicó al decir: “¿Por qué me llaman ‘¡Señor! ¡Señor!’, pero no hacen las cosas que digo? Todo el que viene a mí y oye mis palabras y las hace, les mostraré a quién es semejante: Es semejante a un hombre que [...] cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la masa rocosa” (Lucas 6:46-48).
En realidad, limitarse a escuchar las enseñanzas bíblicas o leer la Biblia por su cuenta sería como sentar sobre arena los cimientos de una casa. Por el contrario, hacer lo que Cristo enseñó requiere mayor esfuerzo, como la persona que tiene que cavar y ahondar en busca de roca sólida para colocar los cimientos.
Por lo tanto, el discípulo de Cristo que quiera mantenerse fiel debe poner en práctica lo que escucha. Si usted aplica en su vida diaria lo que ha aprendido durante su estudio de las Escrituras, estará actuando como el hombre prudente que “cavó y ahondó”. Es bueno, por tanto, que todo estudiante de la Biblia se pregunte: “¿Qué estoy haciendo yo? ¿Me limito a leer y estudiar la Palabra de Dios, o también dejo que los mandatos bíblicos me guíen a la hora de tomar decisiones?”.
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