Examining the Bible Scriptures Daily, Such instructions gave Jesus ‘the tongue of the taught ones’ so that he would ‘know how to answer the tired one with a word.’ (Isa. 30:20; 50:4; Matt. 11:28-30) Being awakened to timely counsel from the Word of God each morning will not only help you to cope with your own problems but also equip you with ‘the tongue of the taught ones’ to help others.”
Tuesday, June 21, 2011
Predicciones sobre el Mesías
LA NACIÓN judía conocía los escritos de Isaías y otros profetas, así que llevaba mucho tiempo esperando la llegada del Mesías. Es más, los judíos de la época de Jesús estaban “en expectación” ante su inminente venida (Lucas 3:15). Es digno de notar que aquellas profecías bíblicas revelaban muchos detalles sobre la vida del Mesías, detalles que ningún ser humano podría prever por sí solo, ni hacer que Jesús los cumpliera.
Veamos algunos ejemplos.
Su nacimiento. Isaías predijo que el Mesías, o Cristo, nacería de una virgen. Por eso, tras describir el milagroso nacimiento de Jesús, el apóstol Mateo escribió: “Todo esto realmente pasó para que se cumpliera lo que Jehová había hablado por su profeta, que dijo: ‘¡Miren! La virgen quedará encinta y dará a luz un hijo’” (Mateo 1:22, 23; Isaías 7:14).
Isaías también indicó que el Cristo provendría de la línea de David al mencionar específicamente al padre de este: Jesé. Y Jesús, efectivamente, fue descendiente de David (Mateo 1:6, 16; Lucas 3:23, 31, 32). De ahí que antes de que María diera a luz, el ángel Gabriel le dijo sobre Jesús: “Dios le dará el trono de David su padre” (Lucas 1:32, 33; Isaías 11:1-5, 10; Romanos 15:12).
Su vida. En cierta ocasión, mientras estaba en la sinagoga de Nazaret, Jesús leyó en público las siguientes palabras de Isaías: “El espíritu de Jehová está sobre mí, porque él me ungió para declarar buenas nuevas a los pobres”. Acto seguido, se las aplicó a sí mismo al decir: “Hoy se cumple esta escritura que acaban de oír” (Lucas 4:17-21; Isaías 61:1, 2). Isaías dijo también que el Mesías trataría a los enfermos con bondad y sin llamar la atención.
Y el Evangelio de Mateo confirma que así resultó ser, cuando dice: “Muchos también lo siguieron, y los curó a todos, mas con firmeza les ordenó que no le pusieran de manifiesto; para que se cumpliera lo que se habló mediante Isaías el profeta, que dijo: ‘[...] No reñirá, ni levantará la voz, ni [...] quebrantará ninguna caña cascada’” (Mateo 8:16, 17; 12:10-21; Isaías 42:1-4; 53:4, 5).
Su sufrimiento. Otra profecía de Isaías indicaba que la mayoría de los israelitas no solo no aceptarían al
Mesías, sino que lo considerarían “una piedra de tropiezo” (1 Pedro 2:6-8; Isaías 8:14, 15). Y eso fue lo que pasó. A pesar de los numerosos milagros que hizo Jesús, los judíos “no [pusieron] fe en él, de modo que se cumplió la palabra de Isaías el profeta, que [...] dijo: ‘Jehová, ¿quién ha puesto fe en la cosa oída por nosotros?’” (Juan 12:37, 38; Isaías 53:1).
Aparte de no tener fe, muchos judíos creían equivocadamente que el Mesías los libraría de inmediato del dominio romano y restauraría un reino davídico independiente en la Tierra. Claro, como Jesús sufrió tantas penalidades y al final murió, la mayoría no quiso reconocerlo como el Mesías. Y eso que el libro de Isaías había predicho que el Mesías sufriría antes de ser Rey.
“Mi espalda di a los golpeadores [...]. Mi rostro no oculté de cosas humilladoras ni del esputo”, dijo el Mesías proféticamente en el libro de Isaías. Y eso fue lo que ocurrió durante el juicio de Jesús. Mateo cuenta: “Le escupieron en el rostro y le dieron de puñetazos. Otros le dieron de bofetadas” (Isaías 50:6; Mateo 26:67).
Además, Isaías escribió: “Él fue dejando que se le afligiera; no obstante, no abría la boca”. Y cuando Pilato le pidió cuentas a Jesús acerca de las acusaciones de los judíos, él “no le contestó, no, ni una sola palabra, de modo que el gobernador quedó muy admirado” (Isaías 53:7; Mateo 27:12-14; Hechos 8:28, 32-35).
Su muerte. La muerte de Jesús y otros sucesos posteriores también cumplieron profecías de Isaías. Por ejemplo, el profeta había predicho: “Él hará su sepultura hasta con los inicuos, y con la clase rica en su muerte” (Isaías 53:9). ¿Cómo podría cumplirse esta profecía aparentemente contradictoria? Para empezar, Jesús murió clavado en un madero entre dos ladrones (Mateo 27:38). Pero después, José de Arimatea lo enterró en una tumba, propia de la clase alta, que se había mandado construir hacía poco (Mateo 27:57-60).
La muerte de Jesús cumplió, a su vez, uno de los aspectos más importantes de las profecías de Isaías. Aludiendo al Mesías, el profeta había dicho: “El justo, mi siervo, traerá una posición de justos a muchas personas; y él mismo cargará los errores de ellas”. Y así fue: con su muerte, Jesús pagó el rescate que libra de la carga del pecado a todos los siervos fieles de Dios (Isaías 53:8, 11; Romanos 4:25).
Otras predicciones que también se cumplirán
Para probar la identidad del Mesías, Jesús y sus apóstoles citaron de Isaías más que de cualquier otro libro bíblico. Aun así, este no es el único libro que contiene profecías para el futuro. En las Escrituras Hebreas hay más profecías sobre Jesús, su Reino y las cosas buenas que logrará este gobierno (Hechos 28:23; Revelación [Apocalipsis] 19:10).
¿Hay alguna garantía de que se cumplirán? El propio Jesús dijo a los judíos que lo escuchaban: “No piensen que vine a destruir la Ley o los Profetas [es decir, las Escrituras Hebreas]. No vine a destruir, sino a cumplir; porque en verdad les digo que antes pasarían el cielo y la tierra que pasar de modo alguno una letra diminuta o una pizca de una letra de la Ley sin que sucedan todas las cosas” (Mateo 5:17, 18).
Jesús también aludió a otras profecías bíblicas que se harían realidad en sus días y poco después (Daniel 9:27; Mateo 15:7-9; 24:15). Además, tanto él como sus discípulos predijeron otros acontecimientos futuros, muchos de los cuales hemos visto suceder en nuestros tiempos.
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