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Monday, April 18, 2011

¿Es posible vivir feliz en un mundo descontento?



 

“El pobre es rico cuando está feliz con lo que tiene, y el rico es pobre cuando nada de lo que tiene lo hace feliz.” (Benjamin Franklin, político y científico estadounidense)
 

MUCHA gente ha comprobado que la felicidad no depende de cuánto uno tenga. Aun así, cuando miramos a nuestro alrededor, vemos multitud de personas descontentas: porque no tienen más bienes, porque no alcanzan suficientes logros o sencillamente porque no llevan el nivel de vida del vecino. Tal vez usted mismo haya notado la presión de algunos de los siguientes elementos:
 

• La publicidad, que nos recuerda constantemente que nos falta algo más para ser felices.
 

• La competitividad entre compañeros de trabajo o estudios, que nos obliga a querer ser los mejores.
 

• La ingratitud de los demás.
 

• La actitud ostentosa de quienes nos rodean, a veces de nuestros propios amigos.
 

• La falta de respuestas a las preguntas importantes de la vida.
 

Ante semejante situación, ¿será posible vivir satisfechos con lo que tenemos? El apóstol Pablo dijo conocer “el secreto” para ser feliz. Hubo ocasiones en las que vivió en la abundancia, y otras en las que pasó necesidad. Fue admirado por muchos, y despreciado por otros tantos. A pesar de todo, dijo: “He aprendido a estar contento en todas las circunstancias” (cursivas nuestras; Filipenses 4:11, 12, Nueva Versión Internacional, 1979).
 

Por tanto, el secreto de la felicidad no solo existe, sino que se puede aprender. En la Biblia se explican cinco claves para vivir felices en este mundo descontento. ¿Le gustaría saber cuáles son?


CLAVE 1
 

Amar a la gente y no a las cosas materiales
 

LA BIBLIA DICE: “El amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales” (1 Timoteo 6:10).
 

¿CUÁL ES EL PROBLEMA? Que la publicidad nos hace creer que siempre necesitamos algo más. Nos empuja a comprar lo último, lo mejor o lo más grande, sin importar cuánto tengamos que trabajar para conseguirlo. Y es que resulta muy fácil dejarse seducir por los encantos del dinero. Con todo, la Biblia nos recuerda que quien ama el dinero nunca tendrá suficiente. En palabras del rey Salomón, “un simple amador de la plata no estará satisfecho con plata, ni ningún amador de la riqueza con los ingresos” (Eclesiastés 5:10).
 

¿CUÁL ES LA SOLUCIÓN? Imitar a Jesús, quien amaba más a la gente que a las cosas. Por eso estuvo dispuesto a sacrificar todo lo que tenía, hasta su propia vida (Juan 15:13). Él mismo afirmó: “Hay más felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20:35). Si dedicamos tiempo y recursos a las personas, estas se sentirán impulsadas a hacer lo mismo. De ahí que Jesús aconsejara: “Practiquen el dar, y se les dará” (Lucas 6:38). Lo cierto es que quienes aman las riquezas nunca quedan satisfechos y experimentan mucho dolor y sufrimiento (1 Timoteo 6:9, 10). En cambio, amar y sentirnos amados nos produce auténtica felicidad.
 

Hagámonos el siguiente autoexamen: “¿Puedo simplificar mi estilo de vida? ¿Hay algo de lo que pueda prescindir? ¿De veras necesito todo lo que quiero comprar?”. Si administramos bien nuestro tiempo y nuestras energías, podremos concentrarnos en las cosas más importantes: ayudar al prójimo y servir a Dios, quien nos ha dado todo (Mateo 6:24; Hechos 17:28).



CLAVE 2
 

No compararse con los demás
 

LA BIBLIA DICE: “Presta mucha atención a tu propio trabajo, porque entonces obtendrás la satisfacción de haber hecho bien tu labor y no tendrás que compararte con nadie” (Gálatas 6:4, Nueva Traducción Viviente).
 

¿CUÁL ES EL PROBLEMA? Que tendemos a compararnos con los demás: a veces con quienes tienen menos que nosotros, pero por lo general con quienes son más ricos, más fuertes o más hábiles. En cualquier caso, siempre nos perjudica. Podemos cometer el error de valorar la calidad de las personas solo por lo que tienen o por lo que hacen. Hasta es posible que fomentemos envidias o rivalidades (Eclesiastés 4:4).
 

¿CUÁL ES LA SOLUCIÓN? Aprender a vernos con los mismos ojos con que nos ve Jehová. Así aumentará nuestra autoestima. Según 1 Samuel 16:7, “el simple hombre ve lo que aparece a los ojos; pero en cuanto a Jehová, él ve lo que es el corazón”. En otras palabras, Dios no nos compara con nadie. Él nos valora por lo que ve en nuestro corazón, es decir, por lo que pensamos, sentimos y deseamos (Hebreos 4:12, 13). Sabe que tenemos limitaciones y quiere que las aceptemos. Las comparaciones nunca nos harán ningún bien: o nos creeremos mejores que los demás, o, al contrario, viviremos permanentemente frustrados. Nos conviene ser modestos y aceptar que siempre habrá alguien que nos supere en algo (Proverbios 11:2).
 

Entonces, ¿qué es lo que aumenta nuestro valor a los ojos de Dios? Por inspiración divina, el profeta Miqueas escribió: “Él te ha dicho, oh hombre terrestre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que Jehová está pidiendo de vuelta de ti sino ejercer justicia y amar la bondad y ser modesto al andar con tu Dios?” (Miqueas 6:8). Si seguimos este consejo, Dios cuidará de nosotros (1 Pedro 5:6, 7). ¿Acaso hay mayor motivo de satisfacción que ese?



CLAVE 3
 

Ser agradecidos
 

LA BIBLIA DICE: “Con relación a todo, den gracias” (1 Tesalonicenses 5:18).
 

¿CUÁL ES EL PROBLEMA? Que la gente que nos rodea es orgullosa y desagradecida, y estas actitudes son contagiosas (2 Timoteo 3:1, 2). También es posible que, absortos en cumplir nuestra apretada agenda, olvidemos lo que ya tenemos o no agradezcamos lo que otros hacen por nosotros.
 

¿CUÁL ES LA SOLUCIÓN? Meditar en las cosas buenas con que contamos. Claro, quizás haya ocasiones en que los problemas nos asfixien y no nos sintamos capaces de salir adelante, como le sucedió al rey David. 

¿Qué hizo él? “He meditado en toda tu actividad —le dijo a Dios en una oración—; de buena gana me mantuve intensamente interesado en la obra de tus propias manos.” (Salmo 143:3-5.) Sin importar sus circunstancias, siempre mantuvo una actitud agradecida, y eso lo ayudó a ser feliz.
 

Así pues, es importante pensar en lo que otros han hecho por nosotros y agradecérselo. El propio Jesús lo hizo. Cuando su amiga María le derramó un aceite muy caro sobre los pies y la cabeza, hubo quienes dijeron molestos: “¿Por qué se ha efectuado este desperdicio del aceite perfumado?”. Creían que era mejor venderlo y repartir el dinero entre los pobres. Sin embargo, Jesús dijo: “Déjenla. ¿Por qué tratan de causarle molestia?”. Y luego añadió: “Ella hizo lo que pudo” (Marcos 14:3-8; Juan 12:3). Jesús no se concentró en lo que María no había hecho, sino en lo que sí hizo, y se lo agradeció.
 

Por desgracia, mucha gente solo se da cuenta de las cosas buenas que tiene —como la familia y los amigos— cuando las pierde. De ahí la importancia de nunca darlas por sentadas. Tal vez podríamos empezar haciendo una lista —mentalmente o por escrito— de cosas por las que estamos agradecidos.
 

Algo que tampoco debemos olvidar es darle gracias a Dios en nuestras oraciones, ya que a él le debemos “toda dádiva buena” (Santiago 1:17). Y si nos acostumbramos a hacerlo, no solo seremos más agradecidos, sino que nos sentiremos más satisfechos con lo que ya tenemos (Filipenses 4:6, 7).



CLAVE 4
 

Elegir bien a los amigos
 

LA BIBLIA DICE: “El que está andando con personas sabias se hará sabio” (Proverbios 13:20).
 

¿CUÁL ES EL PROBLEMA? Que las actitudes y conversaciones de nuestros amigos pueden influir negativamente en nuestra visión de la vida (1 Corintios 15:33).
 

Analicemos, por ejemplo, lo que ocurrió cuando doce israelitas regresaron de espiar la nación enemiga de Canaán. El relato bíblico explica que diez de ellos presentaron “a los hijos de Israel un informe malo acerca de la tierra que habían espiado”. Los otros dos, en cambio, alabaron el país diciendo que era “una tierra muy, muy buena”. Por desgracia, el pueblo se contagió de la actitud negativa de los diez espías. Como resultado, “toda la asamblea alzó la voz, y [...] todos los hijos de Israel empezaron a murmurar” (Números 13:30–14:9).
 

Hoy también abundan los “murmuradores [y] quejumbrosos respecto a su suerte en la vida” (Judas 16). Y la realidad es que cuesta ser positivos si nuestros amigos solo se concentran en lo negativo de las cosas.
 

¿CUÁL ES LA SOLUCIÓN? Analizar las conversaciones de los que nos rodean para saber qué clase de amigos son. Por ejemplo, ¿presumen a menudo de lo que poseen? ¿Se quejan constantemente de lo que les falta? Y nosotros, ¿hacemos que otros nos envidien, o contribuimos a que estén contentos con lo que tienen?
 

David y Jonatán son un buen ejemplo bíblico de cómo deben ser los amigos. Jonatán era hijo del rey Saúl y, como tal, heredero al trono. Sin embargo, Dios prometió que el próximo rey sería David. Entonces, Saúl quiso matar a David, por lo que este tuvo que huir al desierto y vivir allí durante algún tiempo. Pero ¿cómo reaccionó Jonatán? En vez de guardar rencor, aceptó la decisión divina y apoyó a su amigo (1 Samuel 19:1, 2; 20:30-33; 23:14-18).
 

Los buenos amigos quieren que nos vaya bien, y en su corazón no hay espacio para la envidia (Proverbios 17:17). Claro, para tener amigos como esos, nosotros también debemos ser así (Filipenses 2:3, 4).



CLAVE 5
 

Satisfacer nuestras necesidades espirituales
 

LA BIBLIA DICE: “Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual” (Mateo 5:3).
 

¿CUÁL ES EL PROBLEMA? Que los miles de religiones que existen no coinciden en cuál es la manera de satisfacer nuestras necesidades espirituales. Por eso, muchos se preguntan cómo quiere Dios que llenemos ese vacío. Algunos personajes de prestigio llegan a afirmar que creer en Dios y adorarlo carece de lógica, o que hasta nos perjudica. La revista Maclean’s resume así la opinión de un conocido ateo: “Este concepto cristiano —la existencia de algo que ni la ciencia puede explicar ni nuestros sentidos percibir— [...] le resta valor a la única vida con que contamos y nos hace más propensos a la violencia”.
 

¿CUÁL ES LA SOLUCIÓN? Ante todo, comprobar que Dios existe (Romanos 1:20; Hebreos 3:4). No permitamos que nada ni nadie nos impida buscar la respuesta a preguntas vitales como estas: ¿Por qué estamos aquí? ¿Existe vida después de la muerte? ¿Por qué hay tanto sufrimiento? ¿Qué hay que hacer para agradar a Dios? Nunca podremos vivir felices si antes no respondemos a estas preguntas.
 

Obviamente, no debemos dar crédito a todo lo que nos digan. Las Escrituras nos exhortan a utilizar nuestra “facultad de raciocinio” —esto es, la razón— para averiguar lo que a Dios le agrada (Romanos 12:1, 2). 

Tal vez exija un poco de esfuerzo estudiar la Biblia y aplicar sus consejos, pero vale la pena. Para empezar, nos evitará problemas, reducirá nuestra inquietud y aumentará nuestra alegría de vivir. 

Y esto no es hablar por hablar. Millones de personas de diferentes antecedentes ya se están beneficiando de conocer la verdad sobre Dios y su voluntad.

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