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Friday, July 8, 2011

No imitemos al gran calumniador



 

 El “inicuo” merece ser llamado el Diablo por ser un calumniador. Una calumnia es una declaración falsa, maliciosa y difamatoria que se hace contra una persona. Dios ordenó a Adán: “En cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día que comas de él, positivamente morirás” (Génesis 2:17). 

Eva conocía este mandamiento, pero mediante una serpiente, el Diablo le dijo: “Positivamente no morirán. Porque Dios sabe que en el mismo día que coman de él tendrán que abrírseles los ojos y tendrán que ser como Dios, conociendo lo bueno y lo malo” (Génesis 3:4, 5). Aquello fue una maliciosa calumnia contra Jehová Dios.
 

 A los israelitas se les mandó: “No debes andar entre tu pueblo con el fin de calumniar” (Levítico 19:16). El apóstol Juan dijo lo siguiente sobre cierto calumniador de su tiempo: “Escribí algo a la congregación, pero Diótrefes, a quien le gusta tener el primer lugar entre ellos, no recibe nada de nosotros con respeto. 

Por eso, si voy, traeré a memoria sus obras que sigue haciendo, charlando acerca de nosotros con palabras inicuas” (3 Juan 9, 10). Diótrefes calumniaba a Juan y merecía que le pidieran cuentas de su proceder. ¿Qué cristiano leal quisiera ser como Diótrefes e imitar así a Satanás, el gran calumniador?
 

 A menudo, los siervos de Jehová son víctimas de acusaciones falsas y campañas difamatorias. ‘Los sacerdotes principales y los escribas siguieron poniéndose de pie y acusando a Jesús con vehemencia.’ (Lucas 23:10.) Pablo fue acusado falsamente por el sumo sacerdote Ananías y otras personas (Hechos 24:1-8). 

Y la Biblia presenta a Satanás como “el acusador de nuestros hermanos, que los acusa día y noche delante de nuestro Dios” (Revelación 12:10). Estos hermanos a quienes se acusa falsamente son cristianos ungidos que viven en la Tierra en estos últimos días.
 

 Los cristianos no debemos levantar calumnias contra nadie. Sin embargo, podemos incurrir en esta grave falta si testificamos en contra de una persona sin conocer primero todos los hechos. La Ley mosaica disponía la pena de muerte para el que diera falso testimonio deliberadamente (Éxodo 20:16; Deuteronomio 19:15-19). 

Por otra parte, entre las cosas que Jehová detesta figura “un testigo falso que lanza mentiras” (Proverbios 6:16-19). Entonces, evitemos por todos los medios imitar al principal calumniador.

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