“Aparte de ser el libro más vendido de la historia, la Biblia es una y otra vez el libro más vendido del año.” (REVISTA TIME)
“Leo la Biblia de vez en cuando, pero me parece terriblemente aburrida.” (KEITH, MÚSICO INGLÉS)
¡QUÉ irónico! A pesar de que la Biblia está tan difundida en todo el mundo, la mayor parte de la gente en realidad no la aprovecha. Con todo, hay quienes sí obtienen verdaderos beneficios de su lectura. Por ejemplo, una mujer llamada Nancy asegura: “Después de treinta y cinco años buscando alivio para mis períodos de depresión, lo que más me ha ayudado a enfrentarme a la vida es la costumbre de leer la Biblia y reflexionar en ella todas las mañanas”.
Si usted nunca ha leído la Biblia, ¿se ha preguntado por qué este libro ayuda tanto a algunas personas? Y si acostumbra leerla, ¿cómo podría obtener más provecho de ella? Las siguientes sugerencias muy probablemente le servirán de mucho.
1 Léala con el mejor motivo
▪ Algunos leen la Biblia por interés en su valor literario; otros, por el deseo de hallar consejos, y aun otros, por el sentido del deber. Ahora bien, el mejor motivo para leer las Escrituras es el deseo de aprender sobre Dios y averiguar cómo influye el mensaje bíblico en nuestra vida.
Mediante una comparación, la propia Biblia indica la importancia de tener la motivación apropiada: “Si alguno es oidor de la palabra, y no hacedor, este es semejante al hombre que mira su rostro natural en un espejo. Pues se mira, y allá se va e inmediatamente olvida qué clase de hombre es. Pero el que mira con cuidado en la ley perfecta que pertenece a la libertad, y persiste en ella, este, por cuanto se ha hecho, no un oidor olvidadizo, sino un hacedor de la obra, será feliz al hacerla” (Santiago 1:23-25).
El hombre de este ejemplo se miró en el espejo, pero no corrigió ningún aspecto de su imagen. ¿Por qué? Quizás porque solo echó un vistazo rápido, o tal vez porque no se miró con la intención de cambiar nada. De forma parecida, no sirve de mucho leer la Biblia con una actitud desganada o sin verdaderos deseos de poner en práctica sus consejos. En cambio, si usted lee con atención la Palabra de Dios y permite que esta influya en lo que hace y lo que piensa, será realmente feliz.
2 Utilice una buena traducción
▪ En español podemos elegir entre varias decenas de traducciones de las Escrituras. Cualquiera de ellas puede serle útil, pero si desea obtener el mayor beneficio posible, conviene tomar en cuenta sus características. Algunas son bastante difíciles de entender para el lector común, pues emplean palabras muy cultas o anticuadas (Hechos 4:13). Otras se han dejado influir por ciertas tradiciones y han alterado el verdadero mensaje bíblico. Por ejemplo, como se indicó en los artículos de portada, algunas han sustituido el nombre divino, Jehová, por títulos como “Dios” y “Señor”. Por lo tanto, es muy aconsejable buscar una versión que sea exacta y fácil de entender.
Millones de lectores de todo el mundo consideran que la Traducción del Nuevo Mundo cumple dichos requisitos. Ese es el caso de cierto hombre de edad avanzada de Bulgaria, que obtuvo un ejemplar de esta versión en una reunión de los testigos de Jehová. “Llevo años leyendo la Biblia —aseguró—, pero nunca leí una traducción tan comprensible y que llegue tan directo al corazón.”
3 Ore a Dios
▪ Si cada vez que va a leer las Escrituras le solicita ayuda a su Autor, entenderá mejor lo que lee. Así lo hizo uno de los escritores del libro de Salmos, quien pidió a Jehová: “Destapa mis ojos, para que mire las cosas maravillosas procedentes de tu ley” (Salmo 119:18). Al orar a Dios, también podemos expresarle gratitud por habernos proporcionado la Biblia, pues es gracias a ella que lo conocemos (Salmo 119:62).
Ahora bien, ¿cómo sabemos que Dios escuchará esas oraciones? Sirva de respuesta el caso de dos hermanas adolescentes de Uruguay. A ambas les intrigaban las palabras de Daniel 2:44, así que le pidieron a Dios que enviara a alguien para que se las explicara. ¿Qué sucedió? Antes de que cerraran la Biblia, dos testigos de Jehová llamaron a su puerta, les leyeron justamente ese versículo y les revelaron su significado: que el Reino de Dios sustituirá a todos los gobiernos humanos. Las dos jóvenes quedaron convencidas de que su oración había sido contestada.
4 Léala a diario
▪ Muchas personas solo recurren a las Escrituras cuando tienen problemas o suceden desgracias. Por ejemplo, cierto directivo de una casa editorial explicó que, después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, “se produjo una explosión de ventas de la Biblia”. No obstante, Dios mismo aconseja que leamos su Palabra todos los días: “Este libro de la ley no debe apartarse de tu boca, y día y noche tienes que leer en él en voz baja, a fin de que cuides de hacer conforme a todo lo que está escrito en él; porque entonces tendrás éxito en tu camino y entonces actuarás sabiamente” (Josué 1:8).
¿Por qué es importante leer las Escrituras con tanta regularidad? Ilustrémoslo con un ejemplo. Supongamos que un hombre, tras sufrir un ataque cardíaco, decide cuidar su alimentación. ¿Le servirá de algo seguir la dieta solo cuando sienta una fuerte punzada en el pecho? Es obvio que no. Solo le beneficiará si la sigue día tras día. Del mismo modo, para ‘tener éxito y actuar sabiamente’ es necesario leer la Biblia a diario.
5 Emplee diferentes métodos
▪ Aunque leer la Biblia siguiendo el orden de los libros bíblicos es un buen sistema, existen alternativas que tal vez le hagan la tarea aún más interesante:
Por personajes. Busque y lea los capítulos o libros bíblicos que hablan de algún siervo de Dios en particular.
Aquí tiene algunas ideas:
• José: Génesis 37-50.
• Rut: Rut 1-3.
• Jesús: Mateo 1-28; Marcos 1-16; Lucas 1-24; Juan 1-21.
Por temas. Busque y lea pasajes bíblicos que hablen sobre un mismo asunto. Por ejemplo, investigue lo que la Biblia enseña sobre la oración y lea algunas de las plegarias que figuran en la Palabra de Dios.
En voz alta. La propia Biblia indica que este método reporta muchos beneficios (Revelación [Apocalipsis] 1:3). Incluso pueden organizarse lecturas en familia; cada miembro podría leer uno o varios párrafos o ponerle voz a algún personaje. Otra opción es escuchar lecturas grabadas de la Palabra de Dios. Cierta mujer explica: “Como me costaba mucho leerla, decidí escuchar grabaciones de la Biblia en audio. Ahora, la Biblia me parece más interesante que cualquier novela”.
6 Dedique tiempo a reflexionar
▪ Con la vida tan ajetreada que llevamos, resulta difícil encontrar tiempo para meditar con tranquilidad. Sin embargo, este es un paso imprescindible para beneficiarnos de la lectura de la Biblia. Podríamos decir que reflexionar en lo que leemos es tan importante como hacer la digestión después de comer. Ahora bien, ¿cómo “digerimos” la lectura bíblica? Repasando las ideas en la mente y haciéndonos preguntas como las siguientes: “¿Qué me enseña esto sobre Jehová Dios? ¿Cómo debe influir en mi vida? ¿Cómo puedo usarlo para ayudar a los demás?”.
Esta meditación es vital para que el mensaje de Dios nos llegue al corazón. Así, leyendo la Biblia nos sentiremos tan felices como el salmista que dijo: “¡Cómo amo tu ley, sí! Todo el día ella es mi interés intenso” (Salmo 119:97). ¿Por qué estaba tan interesado en las Escrituras este escritor bíblico? Porque la meditación le hizo amar lo que aprendía en la Palabra de Dios.
7 Consulte a un maestro de la Biblia
▪ Dios no espera que entendamos por nosotros mismos todo lo que leemos en las Escrituras. En realidad, la propia Biblia reconoce que algunas enseñanzas son “difíciles de entender” (2 Pedro 3:16). ¿Dónde podemos encontrar ayuda? Pues bien, el libro de Hechos habla de un funcionario etíope que no lograba comprender cierto pasaje bíblico. Por eso, Dios le envió a uno de sus siervos para que se lo explicara. Como resultado, el hombre “siguió su camino regocijándose” (Hechos 8:26-39). ¿Por qué no ver las Escrituras aquí?
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