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Thursday, April 7, 2011

¿Acepta Dios la adoración sectaria?

Punto de vista bíblico
 


 

¿QUÉ idea le comunica la palabra “secta”? ¿Grupos de personas vestidos con extraños atuendos cantando y bailando en las esquinas de las calles? ¿Multitudes de adoradores inclinándose ante algún misterioso gurú? 

¿Relatos horrorosos sobre niños secuestrados o maltratados? ¿O quizás horrendas historias acerca de asesinatos o suicidios en masa?
 

Desafortunadamente, a menudo, quizás demasiado a menudo, se oyen informes de este tipo. El resultado es que, para mucha gente, la palabra “secta” ha llegado a ser un sinónimo de extraño, no tradicional y, quizás, amenazador. Para estas personas, todos los grupos religiosos que no pertenecen a las iglesias consideradas establecidas son sectas. ¿Es válido este punto de vista? Y, más importante, ¿es ese el punto de vista de la Biblia?
 

¿Qué es una secta?
 

Debe notarse que muchos judíos del primer siglo consideraban así a los seguidores de Jesucristo, particularmente al apóstol Pablo. Debido a su celosa predicación de las buenas nuevas sobre Jesucristo, las autoridades judías acusaron a Pablo de ser “un individuo pestilente y que promueve sediciones entre todos los judíos por toda la tierra habitada, y es vanguardia de la secta de los nazarenos”. (Hechos 24:5.) La palabra griega que se usa en este texto para “secta” es hái‧re‧sis, la cual significa “una elección”, es decir, “la elección de una opinión contraria a la recibida normalmente”. Así, una “secta” es un grupo que escoge seguir un curso o creencia diferente de lo que es comúnmente aceptado.
 

Los líderes religiosos judíos pensaron que el mensaje predicado por el apóstol Pablo y sus compañeros cristianos era contrario a lo que ellos creían, y también molesto. Por eso los consideraron una secta. Pero, ¿estaban en lo cierto? Por supuesto que no, porque si adoptamos esa línea de razonamiento, ¡entonces tendríamos que decir que el cristianismo que predicaron Jesús de Nazaret y el apóstol Pablo era una secta!
 

Por el contrario, la Biblia habla de “la secta de los fariseos” y de la “secta de los saduceos”. (Hechos 15:5; 5:17.) ¿Por qué? Porque escogieron seguir un curso o creencia diferente de lo que la Biblia enseña. Jesús señaló su error cuando dijo: “Diestramente ponen ustedes a un lado el mandamiento de Dios para retener su tradición. [...] Así invalidan la palabra de Dios por la tradición suya que ustedes transmitieron”. (Marcos 7:9, 13.) Aunque pensaban que practicaban la religión establecida, ellos constituían las sectas de aquellos días.
 

Ya que se aferraban quisquillosamente a sus propias ideas de lo que era correcto, aquellos líderes religiosos santurrones rechazaron a Jesús. Por este motivo, Jesús les declaró: “Por eso les digo: El reino de Dios les será quitado a ustedes y será dado a una nación que produzca sus frutos”. (Mateo 21:43.)
 

¿Quiénes componen las sectas hoy en día?
 

Hoy, los escritores religiosos, críticos y otras personas utilizan liberalmente el término “secta” como calificativo peyorativo con referencia a cualquiera que ofenda su sensibilidad religiosa. Pero, ¿es esta una base sólida para emitir un juicio? ¿No sería mejor seguir las directrices provistas por Jesús y examinar los “frutos” que producen? Él dijo: “Por sus frutos los reconocerán”. (Mateo 7:16.)
 

Siguiendo este criterio, muchos de los grupos y movimientos de los que leemos pueden ser llamados sectas. 

Más bien que producir “el fruto del espíritu”, han manifestado prolijamente “las obras de la carne”, como: “fornicación, inmundicia, conducta relajada, idolatría, práctica de espiritismo”. (Gálatas 5:19-24.) De muchas de estas bien puede decirse que tienen un culto propio, ya que idolatran a ciertos líderes carismáticos y siguen sus enseñanzas en vez de la Palabra de Dios, la Biblia.
 

Pero, ¿qué se puede decir de las religiones consideradas establecidas? Bien, ¿sostienen ellas las altas normas morales de la Biblia o tienen sus propias ideas? (1 Corintios 6:9, 10.) ¿Se aman unos a otros, lo que Jesús dijo que sería la marca que identificaría a sus verdaderos discípulos, o han sido inducidos por el nacionalismo y la política a matarse unos a otros en tiempos de guerra? (Juan 13:35.) ¿Proclaman la Biblia como la Palabra inspirada de Dios, tal como hizo Jesús, o la consideran un mito y la sustituyen por filosofías humanas y la teoría que deshonra a Dios: la evolución? (Juan 17:17.) Está claro que, a pesar de su “respetabilidad”, las religiones consideradas establecidas no son más que sectas falsas que se hacen pasar por el verdadero cristianismo.
 

Lo que usted debería hacer
 

El verdadero cristianismo no es una secta ni está dividido. Si usted pertenece a una Iglesia, entonces debería examinar cuidadosamente lo que esta enseña y los “frutos” que sus miembros producen. ¿Están estos totalmente basados en la Biblia y en armonía con ella? ¿O podría ser que su Iglesia también hubiera escogido un curso diferente de lo que la Biblia enseña, convirtiéndose así en una secta? Un estudio diligente de la Biblia es la única manera de saberlo a ciencia cierta.

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