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Saturday, April 16, 2011

El apóstol Pablo indicó que todo Israel sería salvo (Rom. 11:26). ¿Quiso decir con esto que todos los judíos acabarían convirtiéndose al cristianismo?


 

No, eso no fue lo que Pablo quiso decir. Como nación, los descendientes de Abrahán se negaron a aceptar que Jesús fuera el Mesías. Y en los años que siguieron a la muerte de Jesús quedó claro que los judíos no se convertirían en masa al cristianismo. Aun así, la afirmación de Pablo de que todo Israel sería salvo se cumpliría. ¿En qué sentido?
 

Jesús dijo lo siguiente a los líderes religiosos de su día: “El reino de Dios les será quitado a ustedes y será dado a una nación que produzca sus frutos” (Mat. 21:43). Debido a que Israel en su conjunto rechazó a Jesús, Jehová dirigió su atención a una nueva nación, la cual sería de índole espiritual. Pablo la llamó “el Israel de Dios” (Gál. 6:16).
 

Otros pasajes de las Escrituras Griegas Cristianas indican que “el Israel de Dios” está formado por 144.000 cristianos ungidos por espíritu santo (Rom. 8:15-17; Rev. 7:4). Este grupo incluye a personas que no son judías, como confirma Revelación 5:9, 10. Allí leemos que los miembros del Israel espiritual provienen “de toda tribu y lengua y pueblo y nación” y que son seleccionados para llegar a ser “un reino y sacerdotes” y para “reinar sobre la tierra”. Pero, a pesar de que la nación de Israel fue desechada por Dios, algunos de sus miembros podrían reconciliarse con él. Ese fue el caso de los apóstoles y de muchos otros judíos que llegaron a ser cristianos en aquel tiempo. Claro, tal como el resto de los seres humanos, estos judíos tenían que ser comprados con la sangre de Jesucristo (1 Tim. 2:5, 6; Heb. 2:9; 1 Ped. 1:17-19).
 

Aunque la mayoría de los judíos del siglo primero perdieron la oportunidad de convertirse en gobernantes junto con Jesús, el propósito de Dios no se frustró. Eso jamás podría ocurrir, pues Jehová nos asegura mediante su profeta: “Así resultará ser mi palabra que sale de mi boca. No volverá a mí sin resultados, sino que ciertamente hará aquello en que me he deleitado, y tendrá éxito seguro en aquello para lo cual la he enviado” (Isa. 55:11).
 

Así ha sucedido con el propósito de Dios de entronizar a 144.000 humanos al lado de su Hijo en el cielo. La Biblia muestra con claridad que dicha cifra se completaría; no faltaría ni uno solo (Rev. 14:1-5).
 

De modo que cuando Pablo escribió que todo Israel sería salvo, no estaba prediciendo una conversión en masa de judíos al cristianismo. Lo que quiso decir es que se cumpliría el propósito de Dios de tener 144.000 israelitas espirituales gobernando en el cielo con Jesucristo. Cuando llegue el momento fijado por Jehová, el grupo completo —“todo Israel”— será salvo y sus miembros gobernarán como reyes y sacerdotes en el Reino mesiánico (Efe. 2:8).

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