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Friday, April 8, 2011

El Diluvio: ¿histórico o mítico?


 

‘Y todos los animales entraron a donde estaba Noé, en el arca, de dos en dos.’ (Génesis 7:8, 9.)
 

¿QUIÉN no ha oído hablar del Diluvio que ocurrió en tiempo de Noé? Seguramente usted conoce el relato desde niño. Lo cierto es que si va a la biblioteca más cercana es probable que el tema aparezca más en el apartado infantil que en las lecturas de adultos. Por ello, quizás opte por considerar el relato del Diluvio como un cuento más. Muchos opinan que la narración diluviana es uno de tantos pasajes bíblicos con carácter de fábula: a lo sumo una lección moralizante fruto del ingenio humano.
 

Por extraño que parezca, hasta personas que afirman fundar sus creencias en la Biblia dudan que el Diluvio haya sucedido. Edward J. McLean, sacerdote católico, dijo que no debía interpretarse el relato de Noé como historia, sino como “alegoría o pieza de la literatura”.
 

Ahora bien, ¿será la narración bíblica del Diluvio una mera alegoría, que nunca se escribió para que se tomara en sentido literal? ¿Permite la Biblia esta postura?
 

Detalles creíbles
 

Examinemos en primer lugar lo que consignó Moisés en el libro de Génesis. Allí se hace mención específica del año, el mes y el día en que dieron comienzo las precipitaciones, así como de cuándo se detuvo el arca y cuándo se secó el terreno. (Génesis 7:11; 8:4, 13, 14.) Dado que Génesis no siempre aporta las fechas de los sucesos, las que da del Diluvio destacan que Moisés lo consideraba un hecho histórico. Solo hay que comparar el tono verídico que emplea la Biblia con la introducción tradicional de los cuentos: “Érase una vez...”.
 

Hallamos otro ejemplo en la propia arca. La Biblia describe una embarcación de unos 133 metros de eslora, con una relación de 10 a 1 entre la longitud y la altura, y de 6 a 1 entre la longitud y la anchura. (Génesis 6:15.) Noé, sin embargo, no era constructor naval. Y recuerde que los sucesos tuvieron lugar hace más de cuatro milenios. Aun así, el arca tenía las proporciones idóneas para su cometido: servir de contenedor flotante. En efecto, los ingenieros navales contemporáneos han descubierto que las proporciones similares a las del arca favorecen la integridad estructural y la estabilidad de las embarcaciones cuando están en alta mar. 

Aunque la Biblia no detalla cuánto tiempo dedicó Noé a construir el arca, la narración permite un lapso de unos cincuenta o sesenta años. (Génesis 5:32; 7:6.) Todo un contraste con la famosa epopeya babilónica de Gilgamés, en la que se describe un enorme y burdo cubo de unos 60 metros de arista que se construyó en solo siete días. A diferencia de esta leyenda babilónica, el relato diluviano de la Biblia persuade al lector a confiar en que expone fielmente los hechos.
 

Además del relato de Génesis, las Escrituras contienen otras diez referencias a Noé o al Diluvio universal. 
Según dichas referencias, ¿cómo consideraban los redactores inspirados el Diluvio? ¿Como historia, o como fábula?
 

Confirmación de su autenticidad
 

En las Escrituras se incluye a Noé en dos genealogías de la nación de Israel, la segunda de las cuales se remonta hasta Jesucristo. (1 Crónicas 1:4; Lucas 3:36.) Tanto Esdras como Lucas, los compiladores de dichas genealogías, eran historiadores competentes que debieron de creer que Noé era un hombre de la vida real.
 

En los demás pasajes bíblicos se enumera a Noé junto a otros personajes históricos y se le cita como varón justo y lleno de fe. (Ezequiel 14:14, 20; Hebreos 11:7.) ¿Tendría sentido que los escritores bíblicos presentaran a una figura mítica como ejemplo a imitar? No, pues fácilmente se induciría al lector de la Biblia a pensar que la fe no está al alcance del hombre y que solo pueden demostrarla personajes novelescos. Se mencionó a Noé y a los demás hombres y mujeres de fe porque eran seres humanos con debilidades y sentimientos como los nuestros. (Hebreos 12:1; compárese con Santiago 5:17.)
 

En las restantes referencias bíblicas se habla de Noé y del Diluvio en el contexto de la destrucción que Dios infligió a los incrédulos contemporáneos de Noé. Observe la referencia que hizo Jesús al Diluvio, según consta en Lucas 17:26, 27: “Así como ocurrió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían, los hombres se casaban, las mujeres se daban en matrimonio, hasta aquel día en que Noé entró en el arca, y llegó el diluvio y los destruyó a todos”.
 

Jesucristo fue testigo ocular de los acontecimientos que mencionó, pues existía en el cielo antes de vivir en la Tierra. (Juan 8:58.) Si el Diluvio no fuera más que una fábula, habría que deducir que Jesús insinuaba que su futura presencia era pura fantasía o que sencillamente estaba contando una mentira, pero ninguna de estas conclusiones concuerda con el resto de las Escrituras. (1 Pedro 2:22; 2 Pedro 3:3-7.) Así pues, Jesucristo, fundándose en la observación directa, aceptaba el relato bíblico del Diluvio universal como historia auténtica. 

Sin duda, para el cristiano verdadero esta es la prueba más determinante de que el Diluvio de la época de Noé no es de carácter mítico, sino histórico.

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