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Monday, April 11, 2011

¿Es apropiado utilizar iconos en la adoración a Dios?


 

CADA 15 de agosto se celebra una gran fiesta religiosa en la isla griega de Tínos. Miles de personas se congregan para venerar a María (la madre de Jesús) y su icono, al cual se le atribuyen poderes milagrosos.*

Una obra de consulta de la Iglesia Ortodoxa Griega señala al respecto: “Con especial fe y devoción honramos a la Santísima Theotokos, la Madre de nuestro Señor, rogando su protección y pronto amparo y auxilio. Acudimos a los Santos y Santas milagrosos para que atiendan nuestras necesidades espirituales y corporales [...;] con profunda devoción besamos y reverenciamos sus reliquias santas y sus iconos sagrados”.
 

Muchos otros cristianos nominales pertenecen a confesiones religiosas que practican actos de adoración parecidos. Ahora bien, ¿respaldan las enseñanzas bíblicas el uso de iconos en la adoración?
 

Los primeros cristianos
 

Examine lo que ocurrió alrededor del año 50 de nuestra era, cuando el apóstol Pablo estuvo en Atenas, ciudad en la que se le daba mucha importancia al uso de imágenes en la adoración. Pablo le aclaró a los atenienses: “[Dios] no mora en templos hechos de manos, ni es atendido por manos humanas como si necesitara algo [...]. [Por tanto], no debemos imaginarnos que el Ser Divino sea semejante a oro, o plata, o piedra, semejante a algo esculpido por el arte e ingenio del hombre” (Hechos 17:24, 25, 29).
 

De hecho, en las Escrituras Griegas Cristianas (conocidas también como el Nuevo Testamento) es común encontrar ese tipo de advertencia contra los ídolos; por ejemplo, el apóstol Juan exhortó a los cristianos: “Guárdense de los ídolos” (1 Juan 5:21). Y Pablo escribió a los corintios: “¿Qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos?” (2 Corintios 6:16). Entre los primeros cristianos, muchos habían empleado anteriormente imágenes religiosas en la adoración, como les recordó Pablo a sus hermanos de Tesalónica: “Ustedes se volvieron de sus ídolos a Dios para servir como esclavos a un Dios vivo y verdadero” (1 Tesalonicenses 1:9). Es lógico concluir que el pensar de aquellos cristianos respecto a los iconos habría sido el mismo que el de Pablo y Juan respecto a los ídolos.
 

Los iconos se aceptan entre los “cristianos”
 

Sobre la aceptación de los iconos entre los cristianos, The Encyclopædia Britannica señala: “Durante los tres primeros siglos de la Iglesia [...] no existió ningún tipo de arte cristiano; la Iglesia se oponía a él con todas sus fuerzas. Clemente de Alejandría, por ejemplo, criticó el arte religioso (pagano) porque decía que animaba a la gente a adorar lo creado más bien que al Creador”.
 

¿Cómo, entonces, se extendió el uso de iconos? La misma enciclopedia aclara: “Más o menos por el siglo tercero empezó a usarse y a aceptarse en la Iglesia cristiana un incipiente arte pictórico, pero no sin la oposición enconada de varias congregaciones. Fue solo cuando la Iglesia se convirtió en religión oficial del estado romano, bajo el emperador Constantino en el siglo IV, que aparecieron pinturas en las iglesias, las cuales comenzaron, a partir de entonces, a echar raíces en la religiosidad cristiana popular”.
 

Entre el raudal de paganos que empezaron a declararse cristianos se acostumbraba adorar el retrato del emperador. En cuanto a este tema, John Taylor señala en su libro Icon Painting (Pintura iconográfica): “Cuando la gente rendía culto al emperador, veneraba su retrato pintado sobre tela o madera; entre esta práctica y la veneración de iconos solo hubo un paso”. Lo que ocurrió fue que la adoración pagana de imágenes se eliminó, pero se reemplazó con la veneración de figuras representativas de Jesús, María, ángeles y “santos” en las iglesias. Después, tales figuras fueron entrando poco a poco a millones de hogares, donde también recibieron veneración.
 

Adoración “con espíritu y con verdad”
 

Jesús dejó claro a sus oyentes que los siervos de Dios deben adorarlo “con espíritu y con verdad” (Juan 4:24). Por ello, la persona sincera que busque la verdad sobre el uso de iconos en la adoración deberá acudir a la Palabra de Dios para contestar sus preguntas.
 

Por ejemplo, la Biblia contiene esta afirmación de Jesús: “Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6). Por su parte, Pablo señaló que “hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, un hombre, Cristo Jesús”, y que “Cristo [...] aboga por nosotros” (1 Timoteo 2:5; Romanos 8:34). Sus expresiones adquieren mayor significado cuando leemos que Cristo “puede salvar completamente a los que están acercándose a Dios mediante él, porque siempre está vivo para abogar por ellos” (Hebreos 7:25). Como se ve, es en el nombre de Jesucristo que debemos acercarnos a Dios. Nadie más, y definitivamente ningún icono sin vida, puede ocupar su lugar. Saber esto ayudará a quienes buscan la verdad a descubrir cómo adorar “al Padre con espíritu y con verdad” y a recibir las bendiciones que produce tal forma superior de adoración. De hecho, como señaló Jesús, “el Padre busca a los de esa clase para que lo adoren” (Juan 4:23).
 

*[Nota]
En términos generales, un icono religioso es una representación o símbolo que recibe reverencia. En la Iglesia Ortodoxa Oriental, por ejemplo, hay representaciones de Cristo, la Trinidad, los “santos”, los ángeles o, como en el caso citado, de María la madre de Jesús. La devoción que millones de personas le profesan a los iconos se parece a la actitud de muchos hacia las imágenes empleadas en la adoración. También algunas religiones que no profesan ser cristianas tienen creencias y sentimientos similares hacia los iconos y las imágenes de sus deidades.

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