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Sunday, May 15, 2011

Cómo identificar al único Dios verdadero


 

CASI desde el principio de la humanidad se adora a muchas divinidades. Tantas que es difícil precisar cuántas reciben culto en la Tierra, si bien la cifra es del orden de millones.
 

Establecida la existencia del Creador, cabe preguntarse: De todos los dioses venerados en el pasado y en la actualidad, ¿cuál es el verdadero? El hecho de que es uno solo lo indica con claridad la Biblia en Juan 17:3: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo”.
 

Lo identifica un nombre
 

Sería lógico que un dios personal requiriera un nombre propio para distinguirse de las demás deidades, preferiblemente uno elegido por él mismo, y no inventado por sus fieles.
 

Tocante a esto, es sorprendente que en la mayoría de las religiones tradicionales los dioses reciben nombres propios, pero el judaísmo y muchas de las principales iglesias de la cristiandad no identifican con un nombre personal al dios que adoran, sino que recurren a títulos como Señor, Dios, Todopoderoso y Padre.
 

En la revista Theology, David Clines dice lo siguiente: “Entre los siglos V y II a.C., Dios sufrió un trágico accidente: perdió el nombre. O más exactamente, los judíos dejaron de usar su nombre personal, Yavé, y comenzaron a referirse a él con perífrasis: Dios, el Señor, el Nombre, el Santo, la Presencia e incluso el Lugar. Hasta donde aparecía Yavé en el texto bíblico, los lectores pronunciaban Adonái. La destrucción definitiva del templo acabó con las pocas ceremonias litúrgicas que utilizaban el nombre, con lo que se olvidó hasta su pronunciación”. No obstante, no es posible establecer con certeza cuándo dejaron los judíos ortodoxos de pronunciarlo en voz alta y pasaron a sustituirlo por las palabras hebreas que significan Dios y Señor Soberano.
 

Parece, pues, que el primer paso para identificar al “único Dios verdadero” es llegar a conocerlo por nombre. 

No es una búsqueda difícil, pues el nombre del Creador, el Dios todopoderoso, aparece con toda claridad en el Salmo 82:19 (83:18, NM): “Conozcan que te es propio el nombre de Señor, o de Jehová, y que sólo tú eres el Altísimo en toda la tierra” (Sagrada Biblia, Torres Amat).
 

¿Jehová o Yavé?
 

Aunque Jehová aparece en la Biblia Torres Amat y en otras versiones, hay quienes prefieren utilizar Yavé en vez de Jehová. ¿Cuál es el nombre correcto?
 

Los manuscritos bíblicos más antiguos se escribieron en hebreo. El nombre divino, que aparece casi siete mil veces en las Escrituras Hebreas, consta de cuatro consonantes, equivalentes a YHWH o JHVH. Este nombre de cuatro consonantes se conoce generalmente como el Tetragrámaton (o Tetragrama), combinación de dos vocablos griegos que significa “de cuatro letras”. La cuestión de la pronunciación exacta surge porque los antiguos escritos hebreos solo empleaban consonantes, por lo que el lector no contaba con la ayuda de las vocales. Así pues, la pronunciación del Tetragrámaton será Yavé o Jehová según las vocales que supla el lector a las cuatro consonantes. En la actualidad, muchos hebraístas consideran que la forma Yavé refleja mejor la verdadera pronunciación.
 

Sin embargo, la coherencia favorece la forma Jehová. ¿Por qué? La pronunciación Jehová lleva siglos aceptada en español. Quienes objetan a su utilización deberían oponerse también al empleo de formas como Jeremías e incluso Jesús. Según la pronunciación original, en estos casos específicos habría que decir Yir‧meyáh o Yir‧meyá‧hu (hebreo) y Ye‧schú‧aʽ (hebreo) o I‧e‧sóus (griego). De ahí que muchos estudiantes de la Biblia, entre ellos los testigos de Jehová, opinen que es más coherente utilizar la forma española más conocida, Jehová, o su equivalente en otros idiomas.
 

¿Tiene alguna importancia?
 

Hay quienes afirman que da igual dirigirse al Todopoderoso con un nombre propio o no, y que les basta con referirse a él como Padre o sencillamente como Dios. Pero, en vez de nombres, estos dos términos son títulos, y carecen de un carácter personal y distintivo. En tiempos bíblicos, el vocablo Dios (hebreo, ʼElo‧hím) se aplicaba a cualquier deidad, hasta a Dagón, dios pagano de los filisteos (Jueces 16:23, 24). Por consiguiente, si un hebreo hubiese dicho que adoraba a Dios, el filisteo que lo oyese no habría identificado al 
Dios verdadero del que hablaba.
 

Es interesante este comentario de la obra The Imperial Bible-Dictionary (1874): “[Jehová] es siempre un nombre propio, que denota en exclusiva al Dios personal, mientras que Elohím participa más del carácter de nombre común, que denota por lo general, pero no necesaria ni uniformemente, al Supremo. [...] Un hebreo puede hablar de el Elohím, el Dios verdadero, en oposición a los dioses falsos; pero nunca dice el Jehová, pues Jehová es el nombre exclusivo del Dios verdadero. Dice muchas veces Dios mío [...], pero nunca Jehová mío, pues cuando dice Dios mío se refiere a Jehová. Habla del Dios de Israel, pero nunca del Jehová de Israel, pues no hay otro Jehová. Habla del Dios vivo, pero no del Jehová vivo, pues a Jehová solo lo puede concebir vivo”.
 

Los atributos del Dios verdadero
 

Claro, saber el nombre de una persona no significa conocerla a fondo. Aunque la mayoría sabemos los nombres de políticos importantes e incluso de grandes figuras extranjeras, conocer sus nombres, y hasta saber pronunciarlos bien, no implica conocerlos personalmente ni saber cómo son. Así mismo, para conocer al único Dios verdadero, tenemos que llegar a conocer y admirar sus atributos.
 

Aunque los seres humanos no podrán ver nunca al Dios verdadero, este, en su bondad, mandó consignar en la Biblia muchos detalles sobre su personalidad (Éxodo 33:20; Juan 1:18). Algunos profetas hebreos recibieron visiones inspiradas de la corte celestial del Todopoderoso. Sus descripciones no solo reflejan una gran dignidad e imponente majestad y poder, sino que también presentan una imagen serena, ordenada, bella y agradable (Éxodo 24:9-11; Isaías 6:1; Ezequiel 1:26-28; Daniel 7:9; Revelación 4:1-3).
 

Jehová Dios expuso algunos de sus atrayentes atributos a Moisés, como indica Éxodo 34:6, 7: “Jehová, Jehová, un Dios misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa y verdad, que conserva bondad amorosa para miles, que perdona error y transgresión y pecado”. Al conocer estas cualidades divinas, ¿verdad que nos sentimos más allegados a él y deseamos conocerlo mejor como persona?
 

Aunque ningún ser humano podrá ver jamás a Jehová Dios en su esplendorosa gloria, la Biblia indica que cuando Jesucristo vivió como hombre en la Tierra reflejó la personalidad de su Padre celestial, Jehová Dios. 

En una ocasión, Jesús dijo: “El Hijo no puede hacer ni una sola cosa por su propia iniciativa, sino únicamente lo que ve hacer al Padre. Porque cualesquiera cosas que Aquel hace, estas cosas también las hace el Hijo de igual manera” (Juan 5:19).
 

De lo anterior se deduce que la bondad, la compasión, la mansedumbre y el afecto de Jesús, así como su intenso amor a la justicia y su odio a la maldad, son atributos que Jesús había observado en su Padre, Jehová Dios, mientras había estado con él en el cielo antes de venir como hombre a la Tierra. Por ello, cuando llegamos a entender el sentido pleno del nombre Jehová, tenemos, sin duda, muchas razones para amar y bendecir este sagrado nombre, para alabarlo, ensalzarlo y confiar en él.
 

La adquisición de este conocimiento acerca del único Dios verdadero es un proceso inacabable, como se ve claramente en la lectura que ofrece Juan 17:3 en la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras. Es muy útil observar la forma del verbo conocer; se emplea una perífrasis durativa en vez de un presente puntual, de modo que leemos: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo”. En efecto, adquirir conocimiento del único Dios verdadero y de su Hijo Jesucristo es un proceso continuo que nunca debe acabar.
 

Se revela la identidad del Dios verdadero
 

Así pues, el Dios verdadero se distingue con facilidad de la multitud de dioses falsos. Es el Creador omnipotente del universo, lo que incluye la Tierra y los seres humanos que la habitan. Posee un nombre propio: Jehová o Yavé. No forma parte de un Dios trino y uno (la Trinidad). Es un Dios de amor que siempre desea lo mejor para su creación humana. Pero también es un Dios de justicia que no tolerará a quienes se empeñan en destruir el planeta y fomentar la guerra y la violencia.
 

Jehová ha revelado su determinación de eliminar la maldad y el sufrimiento de la Tierra y convertirla en un Paraíso donde la gente de bien viva feliz eternamente (Salmo 37:10, 11, 29, 34). El Todopoderoso ha establecido como Rey celestial del Reino de Dios a su Hijo, Jesús, quien pronto introducirá un nuevo mundo de justicia y hará de la Tierra un Paraíso (Daniel 2:44; Mateo 6:9, 10).
 

Esperamos que ahora le sea más fácil contestar a la pregunta de si existe Dios e identificar al Dios verdadero.

Jesucristo identificó a Jehová como el único Dios verdadero

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